Personas y Liderazgo

¿Puede un autónomo cogerse vacaciones? Cuatro autónomos nos cuentan sus planes

Sage

Autónomo: dícese de aquella persona que trabaja por cuenta propia, que nunca se pone enferma y ¿que no se va de vacaciones?

Todos los trabajadores (por cuenta ajena) están sujetos al Estatuto de los Trabajadores, ley que, entre otras cuestiones, recoge los mínimos en lo que al descanso vacacional se refiere. Este descanso puede ser pactada en forma individual o colectiva, pero su duración «nunca» debe ser «inferior a treinta días naturales». Es más, «las vacaciones no son sustituibles por compensación económica, salvo en caso de extinción de contrato de trabajo que imposibilite el disfrute de las mismas».

En las vacaciones de los trabajadores por cuenta ajena, estos siguen percibiendo su salario y la empresa asume esos gastos, incluyendo los relativos a las cotizaciones sociales. De igual forma, el autónomo (facture o no) también tiene que abonar sus cotizaciones sociales. Pero, ¿puede tomarse este merecido descanso anual? Hablamos con cuatro autónomos (farmacéutica, electricista, periodista y fabricante de textiles) para conocer cuatro casos diferentes.

«Nunca son vacaciones de verdad»

José María Villalobos Matilla es autónomo propietario de la empresa familiar Villalobos de Paiz, dedicada al sector de la moda. «Las vacaciones para los autónomos son un conflicto permanente. Es un derecho al descanso que parece que no se tiene por ser autónomo», se lamenta Villalobos, añadiendo que «cuando te las coges, nunca son vacaciones de verdad, porque una mañana la tienes que dedicar a algo que no puede esperar o tienes una gestión que hacer o te llaman por algo que se tiene que solucionar».

Cuando además de autónomo eres el propietario, dueño y/o gerente de tu propia empresa, el trabajo es «infinito». «Interrumpirlo es un conflicto donde, además, el perjudicado eres tú», reconoce José María Villalobos, quien, no obstante, sí que se autoimpone un merecido parón estival. «Las vacaciones me las tomo como una obligación más que tengo conmigo mismo y con mi familia. Si no fuera así, no tendría vacaciones nunca».

Aunque este descanso (tanto físico como mental) no está pagado, Villalobos considera que, viendo la hoja de resultados del negocio, puede concluirse que tomarse vacaciones supone para el autónomo perder bastante dinero. ¿Cuánto? «Calcularlo es difícil, lo que hace que sea una incertidumbre más a añadir al tema de las vacaciones».

En su caso, además, se da la paradoja de que es justo en verano cuando tienen más trabajo, por lo que la división de sus vacaciones está en función de las cargas de trabajo «y no de las necesidades familiares», lo que, según él, supone otro conflicto. «Me obligo a cogerme vacaciones en agosto una semana como mínimo para poder ir a la playa con los niños. El resto están esparcida a lo largo del año. Y simplemente consiste en quedarse en casa y poco más, porque los colegios y demás obligaciones familiares no son compatibles con mis fechas».

Su conclusión, pues, es que este año va a tener menos vacaciones que el año pasado. «Y las que tenga el año que viene es pura incógnita«.

«No puedo dejar sin medicamentos a cinco pueblos»

Virginia Langa tiene una farmacia en San Martín de Rubiales (Burgos). Además de a sus 143 habitantes, Langa ofrece el servicio de botiquín a otras poblaciones de la zona. «Al ser una farmacia rural, no puedo cerrar y dejar sin servicio a cinco pueblos», por lo que lleva cuatro años sin coger vacaciones. «No es sólo por el coste económico: éticamente no me puedo permitir dejar sin este servicio sanitario a tanta gente de la zona».

Si decidiera tomarse unos días de vacaciones, debería contratar a otro farmacéutico para que siguiera prestando el servicio de farmacia en la zona. Virginia Langa hace números sobre cuánto le supondría a ella cogerse vacaciones. Aunque tiene con ella a dos auxiliares de farmacia, al frente del establecimiento siempre tiene que estar un titulado. «El sueldo base es de 1.700 euros al mes. A ello tendría que añadirle los días de vacaciones implícitas que todo contratado tiene y, en mi caso, al ser una farmacia rural, añadir un kilometraje por desplazamientos a poblaciones cercanas, lo que sube el contrato entre 150 y 200 euros aproximadamente. Es decir, que al menos tendría que desembolsar más de 2.000 euros solo para poder cogerme vacaciones«.

En estos cálculos, además, no está contemplado el trabajo y dedicación extra que la farmacéutica tendría que realizar para enseñar a su sustituto cómo funciona y se organiza su botica. «Cada farmacia es un mundo, así que al menos la persona que me reemplazase tendría que estar una semana conmigo para que yo le explicase las particularidades de la mía». Este tiempo de formación implicaría que alargaría su jornada normal de trabajo, al tener que hacer fuera de horas el trabajo diario que no podría llevar a cabo al estar enseñando a su sustituto el resto de tareas. «¿Cuánto cuesta este tiempo?», se pregunta Langa.

«Mi mes de vacaciones no se lo cobro a los clientes»

Reyes Alonso es periodista y consultora de comunicación para empresas que todos los meses de agosto para su actividad para disfrutar del merecido descanso por vacaciones.

¿Cómo se consigue? «No les cobro ese mes de agosto a mis clientes». Su ecuación es simple: agosto suele ser un mes «flojo» de trabajo, por lo que prefiere no cobrárselo a sus clientes para así poder desconectar. Aunque el mes lo tiene que seguir abonando en cotizaciones a la seguridad social, el pago trimestral sale más económico. «Es un coste asumido y repartido en mis ganancias de todo el año», explica Alonso.

«Todos los años me tomo vacaciones: el trabajo se acaba haciendo»

Israel Peláez es electricista y lleva 16 años como autónomo. En estos tres quinquenios ha podido cogerse vacaciones todos los años, aunque eso implica «apretar el ritmo de trabajo los días anteriores a hacer un parón».

Eso sí, Israel Peláez reconoce que, como mucho, puede tomarse 15 días seguidos en agosto, aunque a lo largo del resto del año va disfrutando de semanas esparcidas. Un descanso que, desde que es padre, coincide la mayoría de las veces con las vacaciones escolares.

Para eso, es clave la coordinación con otros dos electricistas que tiene trabajando junto a él. «El trabajo al final siempre sale y no perdemos clientes ni obras. Pero es fundamental tener una coordinación entre los tres«. Pese a todo, reconoce que esos días de descanso no son «gratuitos» en el sentido de que, para poder marcharse, los días previos tiene que alargar su jornada más allá de las 12 horas. «En una obra (ya sea de nueva construcción o de remodelación) dependemos de mucha gente, y mucha gente depende de nosotros. Para poder irte en ocasiones tienes que trabajar sábados y domingos. El trabajo se acaba haciendo».

Qué puede hacer el Gobierno en esta materia

¿Qué le pedirían estos autónomos al gobierno para que sus vacaciones no supusieran un problema e incluso una pérdida de la rentabilidad de sus negocios?

Las peticiones son variadas y diversas. Por ejemplo, la farmacéutica considera que, con que la farmacia pudiera estar abierta puntualmente a cargo de los auxiliares (que no tienen porqué ser titulados), se podría asumir parte de los gastos. También plantea la posibilidad de poder optar a una ayuda de tal forma que coger vacaciones «solo suponga los gastos de dónde vas a ir, como a cualquier trabajador, y no el gasto de dejar de trabajar o contratar a alguien».

Mientras, el empresario de moda considera que estamos ante un problema «irresoluble y cultural en España». La cultura del trabajo es uno de los grandes problemas de este país y ni se aborda, ni se trata ni nadie debate sobre él, por lo que, en su opinión, no hay «cambio ni mejora».

Reyes Alonso pediría al gobierno otras cosas que no son relativas a las vacaciones de los autónomos porque, según su opinión, cada uno se estructura como quiere. «Por eso decidí ser autónoma. Yo prefiero renunciar a esos ingresos y poder desconectar». Por eso, sus peticiones van más encaminadas a que se solucionen algunas cuestiones como las cotizaciones y jubilaciones y el fomento de un entorno estable para que la economía y los negocios fluyan. «Siempre se acuerdan de bajar el impuesto de sociedades, pero de los autónomos no se acuerda nadie», concluye.

Mientras, Israel Peláez considera que el gobierno debería bajar las cotizaciones laborales de los trabajadores y ser más vigilantes con la competencia, a veces desleal, que, en su caso, padece. «El sector eléctrico tiene que recuperarse en precios, porque estamos trabajando a los mínimos posibles. Además, hay mucho intrusismo, entre los que no cotizan, los que trabajan en negro, los que no tienen la certificación adecuada…». Por eso, considera que se debe vigilar y fomentar la contratación de profesionales «que cumplan con la legalidad, pagando seguro y con facturas».