Competencias, aptitudes y actitudes para dirigir una empresa

Mister Empresa
Formador y mentor de emprendedores, y emprendedor por naturaleza. Pertenece a la red de mentores de empresas de la Xunta de Galicia.
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Se habla en muchas ocasiones del perfil ideal del empresario. Aunque no hay una receta mágica, está claro que hay una serie de conocimientos, competencias, actitudes o aptitudes que son las adecuadas para controlar y dirigir una empresa.

Podemos agrupar este conjunto de valores en tres grandes grupos: competencias personales, interpersonales y estratégicas.

Competencias personales

Son aquellas que se refieren a la personalidad y el comportamiento del individuo y pueden dividirse en externas, que se salen al exterior, o internas.

Las externas son aquellos comportamientos que manifiesta la persona en su desempeño y que tienen que ver con la manera de llevarlo a cabo. Son la proactividad, que se caracteriza por la creatividad, el optimismo y la iniciativa, y la gestión personal que comprende la gestión del estrés, la gestión del tiempo y la de la atención.

Las internas tienen que ver con el autogobierno de la persona e incluye el autocontrol, la integridad, la toma de decisiones y el equilibrio emocional. También podemos agrupar aquí las actitudes relativas al aprendizaje personal que comprende el interés por la mejora personal, la autocrítica y el autoconocimiento.

Competencias interpersonales

Dentro de este grupo nos referimos a las competencias que las personas han de tener a la hora de gestionar sus relaciones con los demás. La actividad de la empresa es un trabajo en equipo por lo que es muy importante la capacidad de comunicación, la delegación y el liderazgo.

No sólo debemos centrarnos en la tarea tradicional de la dirección de las personas. Hay elementos que, siendo ya habituales en otras esferas, se han trasladado a la gestión empresarial, uno de ellos puede ser el coaching.

Competencias estratégicas

El otro gran grupo de competencias de la dirección empresarial tienen que ver, por supuesto, con la propia actividad de dirigir un negocio y son aquellas que resultan estratégicas para esta tarea.

La visión de negocio, la capacidad de organización y orientación interfuncional o la gestión de recursos son, evidentemente, factores clave. A éstos debemos añadir la capacidad de negociación, la habilidad para conseguir una buena red de relaciones y la orientación al cliente.

No hay un superdirector

Si encontráramos todas estas cualidades en una sola persona estaríamos ante la figura del superdirector, algo que se me antoja imposible. Es por eso que ni debemos obsesionarnos con abarcar todas estas competencias, ni debemos pensar que nuestras carencias nos imposibilitan para llevar a cabo esa tarea.

Lo importante es encontrar la mayor parte de estas competencias en nosotros mismos y en la gente que nos rodea. La empresa ha de ser un equipo y debemos apoyarnos y complementarnos con los demas en aquellas cosas que nosotros no podemos o no sabemos hacer.

Además, ni siquiera poseer, uno o varios miembros del equipo, todas estas cualidades garantiza el éxito. Estos son unos buenos ingredientes para que podamos lograr un riquísimo pastel, pero después hay que mezclarlos y cocinarlos bien para que el resultado sea el adecuado.

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