Finanzas

[PODCAST] Consejos básicos para calcular la rentabilidad de un negocio

En este episodio de Sage Advice Podcast aprenderás a diferenciar cuándo un negocio es rentable. ¿Sabes qué es el ROE?

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En este nuevo episodio de Sage Advice Podcast, «Gestión empresarial como clave del éxito», os quiero enseñar algo crucial para cualquier emprendedor: saber cuándo un negocio es rentable.

  • En este episodio aprenderás a calcular, de forma práctica y sencilla, si tu negocio es rentable.
  • Descubre con Sage Advice Podcast los principales indicadores, cómo se obtienen y cómo se interpretan.

El tema de hoy puede parecer de primeras un poco lioso, pero con los ejemplos verás que es más sencillo de lo que parece. Aunque hay diversos tipos de indicadores de rentabilidad, tienen en común que son cocientes. En el numerador aparece alguna medición de resultados y en el denominador de recursos empleados. 

Uno de esos indicadores para saber cuándo un negocio es rentable es la rentabilidad financiera, a veces llamado por las siglas en inglés ROE. Relaciona el resultado neto, en el numerador, con el patrimonio neto, en el denominador.

¡TUITÉALO! ¿Todavía no has escuchado el último episodio de Sage Advice Podcast? Joan Boluda te da las claves para calcular cuándo un negocio es rentable.

Rentabilidad financiera

Este indicador suele descomponerse en otros multiplicando y dividiendo el cociente por una misma cifra una o varias veces. La descomposición más frecuente se realiza al multiplicar y dividir los valores de las ventas y del activo. Entonces, tendremos una ratio que resulta de multiplicar tres divisiones:

La primera de ellas será el último cociente introducido, que resulta de dividir las ventas entre el activo. Esto no es otra cosa que una rotación. En definitiva, nos responde a la pregunta de a cuántas unidades monetarias de ventas obtenemos por cada unidad monetaria invertida en activos.

La segunda ratio es la que resulta de dividir lo que teníamos en el numerador al principio (el beneficio neto) entre la cantidad que aparece en el numerador en la rotación de activos (las ventas). Nos quedará, por tanto, una ratio que resulte de dividir el beneficio neto entre las ventas. Esto es un margen neto que nos mide qué proporción de las ventas va a generar beneficio neto.

La tercera ratio resultará de dividir lo que teníamos en el denominador de la rotación del activo (el activo) entre lo que teníamos en el denominador al principio (el patrimonio neto). Nos queda, por tanto, un cociente resultante de dividir el activo entre el patrimonio neto, es decir, cuántas veces es superior el valor de los activos en los que hemos invertido frente a los recursos que pertenecen a los propietarios de la empresa. En definitiva, es una medida del apalancamiento financiero

Por tanto, encontramos que la rentabilidad financiera resulta del producto de la rotación del activo por el margen neto por el apalancamiento financiero. Esta descomposición te permitirá observar qué es lo que hace que evolucione de un modo u otro la rentabilidad financiera. 

Rentabilidad económica

Además de la rentabilidad financiera, otro indicador clave para saber cuándo un negocio es rentable es la rentabilidad económica, a veces llamada ROA, por sus siglas en inglés. Esta se obtiene dividiendo un resultado económico antes intereses entre el valor del activo. En ese resultado no se quitan los intereses porque nos interesa centrar nuestro análisis en la parte económica de la empresa y no en si está mejor o peor financiada. 

Bien, ya conocemos a la rentabilidad financiera y a la económica. Puede resultar un poco lioso, pero en el fondo es muy sencillo: solo es aplicar una fórmula. Para ello, tendrás que tener los valores correspondientes de las variables y hacer las operaciones aritméticas. El problema, a veces, radica en tener claro cuál es la cifra correcta que interesa para tu análisis, pero no hay nada demasiado complejo.

Sin embargo, el mayor reto como emprendedor no será calcular la rentabilidad financiera o económica, sino tomar con esos datos mejores decisiones. También es importante que aprendas a manejar estos conceptos en tus presentaciones a terceros. Y, sobre todo, a ponerlos en contexto.

Trabaja con simulaciones

En ese sentido, es muy conveniente que trabajes con simulaciones tanto en la planificación como en el control. Al final, los indicadores de rentabilidad son el resultado de la interacción de las decisiones de gestión con el entorno interno y externo. 

En principio, tú no sabes todo lo que va a pasar. Lo más normal es que debas trazar escenarios posibles y ver cómo evolucionarían tus ventas, costes, inversiones, financiación, etcétera. Y todo eso llevará, en cada situación, a unos indicadores de rentabilidad.

Habrá muchas variables del entorno que puedan influir en las rentabilidades en cada escenario. Por eso, es crucial que cuentes con una buena información empresarial y herramientas tecnológicas adecuadas para procesarla.

Software para medir la rentabilidad de tu negocio

Sage Contabilidad y Facturación es una buena forma de empezar. Un software fácil de manejar y muy intuitivo que te permite analizar los datos básicos de tu negocio para poder tomar decisiones basadas en datos en tiempo real.

Tu objetivo es simular las respuestas de tu negocio en cada uno de los escenarios y observar cómo ello se transformaría en rentabilidades diferentes. En definitiva, necesitas valorar las decisiones que tomarías tanto en contextos favorables como adversos.

Dependiendo de las decisiones clave, los resultados de la rentabilidad financiera pueden ser unos u otros. Qué línea se tome dependerá de factores como la rentabilidad que ofrecen inversiones libres de riesgo o las propias preferencias de los propietarios sobre el riesgo que consideran aceptable. Querer optar a resultados más ambiciosos suele implicar exponerse mucho en entornos adversos.

Decidir qué punto es el mejor para la empresa es una decisión que deben tomar los socios.

Por su parte, la rentabilidad económica ayudará a comprender hasta qué punto un negocio puede ser interesante, más allá de su financiación más o menos exitosa. Será una variable que también tenemos que tomar en determinados momentos, como a la hora de realizar inversiones y desinversiones.

En conclusión, de poco sirve decir que tu empresa tiene una buena rentabilidad si eso no se acompaña de unas buenas decisiones. Puede ser el fruto de unas condiciones muy favorables para la actividad o la financiación. Por tanto, estas cifras deben servir de apoyo para ver qué elecciones tomar. Así como para saber si hay margen para aprender y mejorar la gestión del negocio

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