Personas y Liderazgo

Lecciones de liderazgo que me enseñó la fórmula preferida del profesor

Sage

«La fórmula preferida del profesor» es una amena novela de Yoko Ogawa, que relata la peculiar relación de amistad que surge entre un anciano profesor de matemáticas retirado cuya memoria solo dura 80 minutos, y su nueva asistenta. Hablamos de un texto tan íntimo y sensible, que a algunos les podrá extrañar que puedan extraerse lecciones de liderazgo, pero así es.

Antes de que el autor nos muestre el cariño que puede desprenderse del huraño profesor, descubrimos que pese a su limitada memoria permanece en su cabeza todo lo relacionado con su trabajo, una especie de milagro que se sustenta por un hilo muy estable: el amor por las matemáticas, la pasión por su profesión.

Contactando con las emociones

La chaqueta del profesor está llena de notas en las que escribe aquellas cosas que no quiere olvidar. Aunque no la necesita para realizar los estudios matemáticos con los que llena su tiempo, le resulta imprescindible para recordar quién es su asistenta y que ella tiene un hijo.

Tanto es así que el que fue su trabajo se ha convertido en la cuerda que le ata a la realidad y el cristal opaco mediante el cual analiza todo lo que le rodea. Si lo pensamos bien, la única manera de que esto haya podido pasar es que antes de perder la memoria, su profesión le apasionara profundamente.

Lo que en un principio parece que se ha convertido en una triste realidad, ya que es lo único que puede atar a su cabeza, finalmente se descubre como una energía capaz de sobrepasar las barreras de lo lógico, de llenarle de vitalidad y de contagiar a los demás.

La asistenta y su hijo se convierten en improvisados alumnos del profesor, no por obligación o compromiso, sino arrastrados por la pasión del profesor, que explica todo con claridad, premiando los esfuerzos y la curiosidad pese a que no alcancen la respuesta correcta a los enigmas que les plantea.

El apoyo verbal es su principal herramienta, no escatimando en elogios a los que utilizan la lógica para tratar de resolver los problemas matemáticos, o cuando por la curiosidad plantean nuevas preguntas.

Esto hace que los alumnos sientan que su talento se desarrolla y que no existen muros que saltar para avanzar, contando con autonomía para resolver los problemas y para encontrar soluciones creativas.

¿En cuántas empresas se bloquea la creatividad de los empleados? ¿en cuántas solo se piden respuestas sin permitir las preguntas? ¿en cuántas se valora el esfuerzo aunque sea con incentivos verbales? ¿cuántos profesionales sienten pasión por lo que hacen?

El profesor no satura a su asistenta y a su hijo con toda la profundidad de las matemáticas, sino que les ayuda a contactar con las emociones y la base más fundamental que hizo que él se apasionara por los números, para que luego se sorprendieran encontrando y afrontando problemas de gran complejidad.

El paso a paso que se ve de forma evidente cuando les relata la importancia del descubrimiento del número 0. Estaba allí y nadie lo veía, pero sin él no podría entenderse el mundo como lo hacemos ahora. «¿Crees que pudo conseguirse tal belleza sin hacer ningún esfuerzo?».

La fórmula del líder

Para conocer cuál es la fórmula favorita del profesor tendrás que leer el libro, pero hay otra que puede leerse entre líneas. En la vida de un profesional, es importante encontrar la pasión por lo que se hace, así como hacer que los demás compartan dicha emoción para crear equipo.

Los profesores deben ser líderes y los líderes deben ser profesores. Tienen que vincular a sus alumnos con las tareas a realizar y estas con los objetivos de la empresa. Para ello, la empresa debe proporcionar las herramientas formativas que necesiten los trabajadores para desarrollarse plenamente, y crear un entorno abierto al reconocimiento emocional, sin caer en el paternalismo.

Liderazgo motivador = (autonomía + reconocimiento + emoción) x posibilidades de evolucionar

Se debe fomentar la comunicación y premiar el esfuerzo, además de los propios resultados. Un líder construye sinergias y equipos, y las emociones positivas son cuerdas muy firmes.

Sin emoción la empresa está vacía, y aunque sus profesionales puedan tener una memoria excelente, se convierten en meros autómatas.