Todo es una oportunidad: Cómo usar la improvisación para hacer las cosas de otra manera

Aunque asociamos el trabajo con la planificación, la improvisación también desempeña un papel clave en la productividad y la creatividad. En un mundo caótico y cambiante, aprender a improvisar puede impulsar nuevas ideas y eficacia laboral.

• En un entorno donde los planes a menudo fallan, la improvisación puede ser valiosa. Adaptarnos y aprovechar oportunidades puede fomentar la creatividad y la eficiencia.
• La improvisación desafía las ideas preconcebidas y permite ver situaciones desde nuevas perspectivas. Esto abre la puerta a soluciones innovadoras y transforma la forma en que trabajamos y lideramos.

El trabajo no es algo que se suela relacionar con la improvisación, y es una pena. En el caótico mundo en el que vivimos y trabajamos, tener un plan no es garantía de nada; como dicen los soldados: «las primeras bajas en una guerra son los planes».

Es verdad que hace falta algo más que improvisación, pero es imposible sacar adelante las cosas sin emplearla en cierta medida. Por desgracia, estamos tan acostumbrados a la idea de que el trabajo debe seguir unos plazos estructurados y unos objetivos predeterminados que nos olvidamos de ella.

Así pues, dejar de lado el enfoque habitual —basado en objetivos— no es tan poco convencional como puede parecer. No tienes por qué abandonar tus planes y objetivos, pero tampoco deberías permitir que estos te limiten. Aprender a improvisar te ayudará a transformar tu energía y estado de ánimo y a desatar tu creatividad para solucionar problemas, generar nuevas ideas y disparar tu productividad.

Todo es una oportunidad

El arte de la improvisación en el trabajo pasa por entender que todo es una oferta, que todo está a tu disposición. A medida que vayas mostrando mayor disposición a mostrarte flexible y adaptarte —una habilidad que se trabaja mediante la improvisación—, descubrirás que esto puede ayudarte a aprovechar lo que tienes en lugar de pensar que ojalá tuvieras otras cosas.

Improvisar es tan sencillo como obvio. Aquí no hay nada complicado ni difícil. Se basa en ideas sencillas que podrás aprender rápidamente y usar durante el resto de tu vida. No consiste en trabajar duro, sino de forma consciente, volviendo una y otra vez a estas tres ideas básicas: fíjate más, olvídate de ciertas cosas,y úsalo todo.

No hay reglas

Todas estas ideas pueden usarse en cualquier combinación y en cualquier orden, según te parezca. En cualquier momento y cualquier circunstancia puedes preguntarte lo siguiente: «¿En qué me puedo fijar? ¿De qué me puedo olvidar? ¿Qué puedo usar?».

Esto te ayudará a ver que cualquier cosa puede verse como una oferta —o una oportunidad— si tienes la presencia de mente necesaria para buscarla. Este es un paso realmente creativo: busca la oferta en cualquier situación, por incómoda o difícil que te resulte. Tu predisposición a ver qué equivocaciones, problemas o errores puedes subsanar y emplear a tu favor aumentará tu determinación creativa y productiva.

Una situación habitual podría ser la siguiente: Es probable que, antes de convocar una reunión de trabajo, ya tengas una vaga idea de cómo se desarrollará esta… Tu agenda es solo un punto de partida. Sin embargo, puede que no transcurra según lo previsto.

Cuestiona las cosas que se dan por hecho

Si permites que las personas se desvíen de un orden del día rígido, podrás fijarte en más cosas: ¿Estamos teniendo la conversación adecuada? ¿Hay aportaciones suficientes? ¿Están involucradas las personas adecuadas? ¿Se te está yendo de las manos? Al hacerlo, podrás olvidarte de cualquier idea preconcebida sobre cómo debería desarrollarse la reunión. Esto también te dará la oportunidad de tener en cuenta o incluso de usar todo lo que se haya dicho o abarcado. Puede que alguien haga algún comentario que resulte ser la llave que abre todo.

«Todo es una oportunidad» debería servirte como recordatorio de que siempre puedes abordar las cosas de otra manera, de que no tienes por qué ceñirte a lo de siempre. Independientemente de en qué consista tu trabajo, busca nuevos métodos. Habla con personas que no estén directamente involucradas para conocer su punto de vista. Presta atención en cada situación a ese comentario informal que podría ser la pepita de oro que estás buscando. Y cuestiona constantemente las cosas que se dan por hecho.

Improvisación para el liderazgo

La improvisación ayuda a todo el mundo a liderar, sea cual sea su cargo oficial. Prestar atención a los demás, incorporar sus aportaciones y usarlas como punto de partida resulta muy motivador para otras personas. Puede darte esa capacidad magnética de inspirar y animar a los demás a hacer cosas que podrían no estar dispuestas o no ser capaces de hacer en condiciones normales.

En los shows de improvisación nunca hay un líder designado: las personas pueden intervenir más o menos en función de lo requiera la situación, de su capacidad o de su perspectiva. Y esto mismo ocurre en el trabajo cuando un equipo funciona bien: todos tienen la oportunidad —y a veces la obligación— de liderar. La improvisación alimenta un entorno colaborativo en el que todos pueden contribuir, en el que nadie va de paquete y en el que ninguno se queda atrás. Esto sienta las bases de un equipo altamente productivo.

Improvisa para hacer las cosas de otra forma

Al improvisar en el trabajo, podrás afrontar cualquier situación que se presente: los errores y equivocaciones del pasado se convertirán en «oportunidades» de las que aprender y dejarás de buscar culpables. Somos seres reactivos y capaces de improvisar en todos los ámbitos de la vida, incluido el trabajo. Para mantener una buena reunión o conversación, por ejemplo, hace falta que la gente vaya más allá de su agenda, que escuche y que emplee las ideas de los demás como punto de partida. Y eso requiere improvisación.

Ser más creativo y productivo no pasa por planificar y controlar en más detalle: permítete improvisar y hacer las cosas de otro modo y verás que obtienes los resultados que necesitas más fácilmente de lo que te puedas imaginar.