Estrategia y Gestión

Día Mundial de la Salud: qué puede hacer la empresa por potenciarla

Con motivo del Día Mundial de la Salud, analizamos el impacto que tiene la actividad empresarial en la salud de la población en general y cómo esta última es un factor que debe analizarse en profundidad en cada negocio.

  • Velar por la salud de clientes y empleados es el primer paso, beneficiar la de la población en general un requisito de adaptación al entorno
  • El impacto de las actividades en la salud de la población de formar parte del análisis del entorno empresarial que necesita cualquier negocio para planificar sus proyectos correctamente

Que la salud es un gran tesoro es algo que sabemos desde tiempos inmemoriales, pero no es menos cierto que no vienen mal recordatorios como el Día Mundial de la Salud, que se celebra cada 7 de abril para conmemorar la fundación de la Organización Mundial de la Salud.

¡Comparte! La salud de la población es un elemento importante del entorno empresarial. Aprende a comprenderlo.

En el ámbito empresarial, hay una conciencia de la importancia de la salud en el capital humano. También hay una preocupación creciente por crear productos más saludables. Pero, más allá, estos últimos días, se están mostrando con viveza que los negocios pueden poner su granito de arena en la promoción de la salud de la población en general.

Por qué preocuparse por la salud de la población

A primera vista, las empresas tienen que preocuparse por el impacto de la salud en sus costes e ingresos. Lo primero lo hacen mirando por el impacto en la productividad de sus trabajadores, lo segundo diseñando productos saludables que valoren sus clientes.

Gran parte de los efectos de la actividad empresarial en la salud de la población traspasan las relaciones con las partes habitualmente interesadas en el negocio

Sin embargo, existen unos costes y beneficios externos que no recaen, en primera instancia, en la empresa. Lo habitual es que se relacionen con la noción del triple beneficio. Una empresa que favorece a su entorno social y que hace que las actividades humanas sean ambientalmente más sostenibles está aportando a la salud de la población. Ejemplos de ello no faltan:

  • La descontaminación atmosférica reduce diversos tipos de enfermedades, como las respiratorias.
  • La gestión de residuos favorece la salubridad de las poblaciones en las que se desarrollan las actividades.
  • Las actividades que generan inclusión social benefician a la salud mental y generan mayor autonomía, lo que se deriva también en mejor salud física de los afectados.
  • La disminución de ruidos favorece la salud auditiva, el sueño, la capacidad de concentración, etcétera.

Podríamos seguir con una larga lista de comportamientos empresariales que, en principio, históricamente no se traducían en menores costes o mayores ingresos y que hubiesen beneficiado a la salud de la población en general.

La adaptación a un entorno más saludable

Desde hace tiempo, el enfoque está cambiando. Los estados generan normativas de obligado cumplimiento, establecen sanciones e impuestos, conceden subvenciones, realizan controles… Las empresas y los consumidores, por su parte, cada vez están más interesados en mantener contacto con empresas saludables.

En el fondo, de lo que se trata es de un proceso más de adaptación al entorno. Lo que hoy puede, quizá, no incidir en los costes ni ser valorado por los clientes, mañana puede ser un auténtico requisito.

No solamente las empresas se sienten cada día más concernidas por el impacto saludable de sus actividades, sino que también ese impacto es seguido con un interés creciente por otras empresas, por las familias, por las administraciones públicas y las demás organizaciones

Y no es raro que los factores de costes y demanda se entrecrucen. Un ejemplo fue la prohibición de dejar fumar en locales de hostelería. Por un lado, reclamó cambios en la forma de proceder, liberando de humo el interior del local; pero también hizo que muchas personas que no quieren sufrir los males del tabaco encontrasen nuevas oportunidades de consumo y que otras que querían fumar acabaran en el exterior de los establecimientos.

La única receta posible para afrontar este cambio de enfoque es tratando la salud de la población como un objetivo más de nuestros proyecto empresarial. La empresa ha de ser capaz de generar armonía con su entorno y, del mismo modo que se habla de sostenibilidad social o ambiental, hay que contemplar la saludabilidad.

Cómo contribuyen las empresas a generar salud en la población

La estrategia para convertirse en una empresa saludable incluye, por supuesto, la promoción de la salud entre clientes y trabajadores, pero reclama atender otras preocupaciones. Hay que plantearse cuáles son los efectos para terceros.

Ahora bien, la cuestión cambia bastante en función de si los efectos para terceros son beneficiosos o perjudiciales. Dada la tendencia a que las empresas tengan que corregir estos últimos, es muy importante contar con calendarios y planes que se anticipen al cambio de entorno:

  • Hay que prever escenarios de reforma normativa y tener planteada una respuesta.
  • Debe valorarse cómo afectan los perjuicios para la salud en las relaciones con otras personas y empresas. Se hace imprescindible una valoración del daño reputacional y su evolución.

Una empresa que perjudica la salud de la población o aprende a corregir los impactos o tiene una grave amenaza para su viabilidad futura.

Las actividades beneficiosas para terceros

En estos casos, la cuestión estriba en cómo potenciar los beneficios. El ejemplo más habitual es el de las empresas que se dedican a facilitar o fomentar aquello que constituye un hábito de vida saludable para sus propios clientes, pero también en una referencia para personas de su entorno.

En realidad, lo que se crea es un ecosistema de empresas saludables. Por ejemplo, que una persona se apunte a un gimnasio para mejorar su salud puede incrementar la probabilidad de que sus familiares o amigos vean en ello el gesto que necesitan para convencerse de que ellos deben iniciar otras acciones para mejorar la suya, como asistir a terapeutas para dejar de fumar o adquirir alimentos más saludables.

Las empresas saludables constituyen la pieza clave de un ecosistema que beneficia al conjunto de la población

Son todo ejemplos de negocios que promueven una misma cultura y que, por lo tanto, son interdependientes. De ahí que sus planes han de abordarse teniendo en cuenta algunos aspectos clave:

  • Cuál es su posición dentro del ecosistema de empresas saludables. En qué medida arrastran o se benefician del arrastre de otras.
  • Hasta qué punto pueden influir en otras empresas saludables: programas conjuntos, compartición de datos, consejos para sus clientes, etcétera.
  • Capacidad de influencia para proponer medidas que mejoren el entorno: normas, plataformas, protocolos de actuación, etcétera.

En definitiva, hay que saber generar un bucle positivo en el que las empresas sepan detectar cómo beneficiar a la salud de la población, pero también cómo rentabilizar su posición dentro de un ecosistema saludable, de manera que puedan seguir siendo una pieza clave en el bienestar de la población.