Estrategia y Gestión

El síndrome Stark y la eterna llegada del invierno

SAGE

La casa Stark forma parte de una saga de novelas y una serie televisiva (Juego de tronos) cuyo lema recurrente es «se acerca el invierno». En el terreno empresarial esto puede ser aplicado a aquellas organizaciones que basan su estrategia en la preparación constante para una adversidad futurible, con el peligro de confundir el ahorro sensato con una privación que puede ser dañina para sus propios intereses. A esto podemos llamarlo «síndrome Stark».

Es evidente que las políticas de austeridad han afectado a todos los terrenos de nuestro entorno, pero a la hora de reducir los gastos no podemos tratarlos a todos por igual pues muchos están ligados a la productividad y a las ventas.

No es posible prevenir sin información

Ante todo querría aclarar que el único motivo por el que se ha utilizado a los Stark en este artículo es por el lema de su casa, no basándome en las características de los personajes que la conforman ni en otros aspectos de las novelas de George R. R. Martin.

Imagina que viviésemos bajo la constante amenaza de un invierno que podría llegar de forma imprevisible e implacable ¿no es esa la realidad de cualquier empresa? ¿acaso sería una locura hacer acopio de enseres para superar la posible adversidad?

Sin duda no hablamos de la inutilidad de las medidas de ahorro, sino de la posibilidad de que los límites de lo razonable se difuminen y que lleguemos a exceder los recortes hasta el punto de reducir los ingresos de forma indirecta.

Una sociedad con el síndrome Stark es incapaz de aprovechar los momentos de bonanza para hacer las inversiones necesarias para mejorar los ingresos futuros, priorizando la reducción de las cifras de gasto cuando aparece el temor.

En otras palabras, se trata de una visión estratégica limitada por un peligro que incluso podría no llegar a concretarse.

Los temores puede surgir de dos fuentes principales: de los datos reales o de la desinformación, siendo esta última la más peligrosa. Observando únicamente las partidas contables podemos encontrar importantes cifras de gastos, siendo las partidas de personal la que normalmente son más relevante. Aún así, muchos de estos números sustentan la actividad diaria y son imprescindibles para el buen funcionamiento general.

Hacer modificaciones arbitrarias en las condiciones laborales, suprimir incentivos a la productividad, no contar con el personal necesario para ofrecer un buen servicio, reducir los gastos necesarios para ejercer la labor comercial, etc… es decir, recortar sin tener una visión general del negocio y sin comprender la naturaleza de los riesgos reales, puede llevarnos a ser unos administradores nocivos.

Viviendo en la tormenta

Al hablar de la amenazante llegada del invierno, es inevitable pensar que ya nos encontramos en plena tormenta y que las amenazas se han convertido en realidad. No obstante, este invierno no nos afecta a todos de la misma manera y la soluciones aplicadas en una empresa no se pueden extender a otras esperando los mismos resultados.

Antes de recortar en todo, reconozcamos lo que son gastos y lo que son inversiones que repercutirán en los ingresos. No caigamos en la privación como forma de cuadrar los balances, porque ni un negocio ni un país puede crecer únicamente recortando gastos.

Es imprescindible cuidar e incentivar los ingresos, algo que es complicado cuando el invierno solo es una amenaza, pero que es obligado cuando ya ha llegado.

Evidentemente es importantísimo racionalizar los recursos de la empresa para lograr un mayor desempeño, pero nuestra gestión no se basa solo en esto. Tenemos que saber detectar a dónde va el dinero y qué partidas sustentan nuestra actividad, porque tirar un muro de carga por miedo a que se caiga el edificio nunca ha sido buena idea.

Tampoco tiene sentido morir de hambre mientras guardamos provisiones para un futuro imprevisible. Tenemos que informarnos para poder actuar razonablemente, pese a lo complicado de la situación que nos rodea. Incluso algunos han descubierto que están viviendo una dulce primavera.