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EBITDA: qué es y otras ocho cosas importantes sobre este indicador

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EBITDA son las siglas en inglés de Earnings Before Interest, Taxes, Depreciation and Amortization. Se puede traducir por «resultado antes de intereses, depreciación, amortizaciones e impuestos».

El EBITDA es un concepto a medio camino entre lo financiero y lo contable. Parte de cifras contables que ajusta para obtener una cifra de interés, principalmente, en el análisis financiero. En este caso, no es propiamente un concepto relacionado con la normativa nacional, pero sí es de uso frecuente en muchas comunicaciones.

¿Qué es el EBITDA?

El EBITDA pretende medir los resultados generados por la actividad habitual de la empresa. Para ello, del resultado, no se tienen en cuenta ni las amortizaciones, ni los impuestos, ni los resultados financieros. El problema es que el EBITDA no es una cifra que aparezca en los modelos de cuenta de pérdidas y ganancias españoles.

Para calcularlo, existen muchas formas posibles. Es decir, no hay una única definición universalmente aceptada que nos diga qué ingresos y gastos se deben incluir y cuáles no. Eso es importante tenerlo en cuenta, especialmente cuando se va a comparar el EBITDA de dos empresas que lo calculan de forma distinta.

Idealmente, lo mejor es partir de una cifra que sí aparece en las cuentas anuales como, por ejemplo, el resultado del ejercicio y ofrecer una conciliación con todos los ajustes que se han ido realizando para llegar al EBITDA. Eso facilita que los interesados por conocer la evolución del EBITDA de nuestra empresa puedan comprender de qué hablamos.

Puede ser útil expresarlo en función de una definición previamente establecida y que tenga algún grado de aceptación entre los profesionales. Por ejemplo, la Asociación Española de Contabilidad y Administración de Empresas (AECA) ha emitido una opinión que puede ser tomada como referencia para definir el EBITDA.

Además de la propia definición, conviene conocer algunos aspectos más para comprender la filosofía que hay detrás de esta sigla. Estas ocho son algunas de las más importantes.

1) ¿Por qué se suman las amortizaciones para calcular el EBITDA?

En primer lugar, hemos de tener en cuenta que es un concepto más financiero que contable. Tengamos en cuenta que en el mundo financiero el interés se centra en los flujos de tesorería y gastos como las amortizaciones generan cierta desconfianza. En segundo lugar, existe una cierta subjetividad al calcular las amortizaciones del ejercicio. Además, pueden no ser lineales, lo que dificulta la comparación entre diferentes ejercicios.

2) ¿Por qué los resultados financieros no forman parte del EBITDA?

Una empresa puede ser relativamente rentable desde el punto de vista operativo, pero estar mal gestionada financieramente. Puede interesarnos, principalmente a efectos de valoración de la empresa, saber cómo van sus actividades habituales. En cierto modo, es un intento de separar el valor del activo de la mejor o peor gestión financiera.

3) ¿Por qué se calcula el EBITDA antes de impuestos?

La capacidad de adaptarse a la regulación fiscal, con el objetivo de minimizar la factura impositiva, tiene más relevancia desde el punto de vista de la financiación que desde el operativo. Sin embargo, no hemos de olvidar que las decisiones con implicaciones fiscales importantes pueden afectar profundamente a los procesos de producción.

4) ¿Qué pasa con los resultados no recurrentes?

Normalmente, el EBITDA pretende medir resultados relacionados con las actividades que se producen ejercicio tras ejercicio. Si, por ejemplo, hemos tenido un beneficio por la venta de un terreno y no nos dedicamos habitualmente a ello, parece lógico que ese beneficio no forme parte de este indicador.

5) Se parece, pero no es un flujo de caja

El EBITDA, a veces, es tomado como un valor aproximado de los flujos de caja que generan las actividades de explotación. Sin embargo, puede haber diferencias por diversas razones como, por ejemplo, cobros o pagos anticipados o retrasados. Así, si hemos vendido con un pago aplazado al siguiente ejercicio, en el presente tendremos un ingreso de explotación, pero no un cobro (que tendrá que esperar).

6) ¿Es el EBITDA un instrumento de comparación entre empresas?

Sí, pero con prudencia. Podemos comparar la capacidad que tiene una empresa para generar EBITDA con la de otras. Sin embargo, hemos de ser conscientes de que no siempre se define igual en todas las empresas. Nos puede valer, por ejemplo, si las que comparamos emplean todas alguna definición comúnmente aceptada. También lo podremos hacer si disponemos de alguna conciliación que nos permita ajustar las cifras para hacerlas comparables.

7) ¿Qué problemas se pueden presentar al comparar distintos ejercicios de una empresa?

Hay que tener claro qué es lo que queremos comparar. Puede, por ejemplo, suceder que una empresa tenga en un ejercicio ingresos o gastos que generen dudas de si deben ser incluidos en el EBITDA. La decisión puede distorsionar la comparación. Al final, no hay que fijarse solamente en si el ejercicio fue bueno o malo, sino también en saber por qué.

8) ¿Cómo podemos utilizar el EBITDA en la valoración financiera?

Podemos tomarlo como referencia para obtener una valoración sencilla a través de un múltiplo del EBITDA. Por ejemplo, podríamos tomar el sector de esa empresa como referencia y multiplicar el EBITDA por el múltiplo habitual en el sector. Es más simple que realizar una valoración en función de flujos de caja previstos.

El EBITDA ha entrado a formar parte de los términos habituales en el mundo empresarial. Sin embargo, aún hay cierto desconocimiento entre algunas personas de cuál es su filosofía. Es conveniente saber qué implicaciones tiene, su aplicación y limitaciones.

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