9 lecciones de economía que aprendí viendo Juego de tronos
Juego de Tronos es una de las series más populares de los últimos tiempos. Relata un mundo fantástico, en el que la guerra y la lucha de poder dentro de los Siete Reinos hacen que cuente con un ritmo trepidante. No obstante, si nos detenemos e intentamos disfrutar de ella desde un punto de vista más práctico, podremos sacar algunas conclusiones. Por eso, hoy vamos a ver 9 lecciones de economía que aprendí viendo Juego de Tronos.
Vamos a verlo enfocado a la economía en general y de la empresa en particular. Al fin y al cabo, una expedición de guerra, una aventura de exploración o la lucha por destacar en los Siete Reinos que nos muestra la serie, tienen ciertas similitudes a lo que se puede encontrar nuestra empresa en su día a día. Una advertencia para aquellos que no hayan visto todas las temporadas: el artículo puede incluir algún «spoiler».
1. El cambio climático también es un problema económico
La shakesperiana «Winter is coming» es quizás la frase más famosa de toda la serie. Se acerca el invierno y todo el mundo tiene que prepararse para aguantar un periodo de tiempo que no se sabe cuánto va a durar, pero en el que seguro que los recursos van a escasear. Esta frase bien se podría aplicar a los ciclos de la economía, donde las fases expansivas o de crecimiento no son infinitas y es necesario guardar en los momentos de bonanza recursos para aguantar en esta época más cruda.
2. El pago de la deuda, ¿con garantía personal?
«Un Lannister siempre paga sus deudas» es otra de las frases míticas. Lo cierto es que en este caso tiene más que ver con el historial crediticio de esta familia, donde los recursos que proporcionaban las minas de oro que tenían en Roca Casterly, su principal posesión, o la matriz de su empresa, son la fuente de su crédito y la confianza para que les presten dinero. El problema es que dicha mina hace ya tiempo que está agotada y, a pesar de ello, los Lannister han sido hábiles para mantener su reputación y lograr los recursos financieros que necesitan. La confianza en la empresa es básica para lograr los créditos que permitan su financiación.
3. La imagen de marca también influye a la hora de crear confianza
Lo mismo podríamos decir sobre la confianza en la marca, en la empresa para los consumidores. Hay una frase que Lord Varys dice en una ocasión:
El poder reside donde los hombres creen que reside. Es un truco, una sombra en la pared, y un hombre aunque sea pequeño puede proyectar una sombra muy larga.»
Si nuestra marca es capaz de generar esa confianza en los consumidores, en otras empresas, no importa tanto su tamaño, sino la imagen de fortaleza que están proyectando públicamente. Por eso no hay que descuidar en ningún momento la imagen de nuestra empresa, tanto de cara al cliente como a otras empresas con las que podemos tener tratos comerciales.
4. El líder que guía la nave debe mirar a los ojos de sus empleados
Toda empresa debe tener un líder. En Juego de Tronos hemos visto diferentes tipos de liderazgo, las muertes se suceden y lo cierto es que hemos tenido desde el carismático al que sus hombres son capaces de seguir con los ojos cerrados, como Ned Stark, a otros odiados, cuyo único recurso para cohesionar a sus seguidores es el miedo. En la empresa también existen estos tipos de líderes, los que motivan, que dan ejemplo entre sus empleados, y aquellos que cuentan con el miedo al despido como único recurso para que los empleados hagan lo que propone, aunque no crean en ello.
5. La escalada de deuda y la negociación con el banco
Mantener ejércitos de mercenarios implica un alto coste económico. La refinanciación de la deuda es una de las prioridades cuando a corto plazo no se puede pagar. Los intereses del Banco de Hierro, del que no se sabe por el momento quién está detrás, pero si se sospecha que tiene la capacidad para alzar al trono a un candidato u otro, implica que necesariamente hay que negociar y ofrecer algo a cambio de esta refinanciación. En las empresas pasa un poco lo mismo, si llegado el tiempo de pagar no tenemos los recursos suficientes, hay que negociar. No se puede pagar una deuda con otro crédito indefinidamente.
6. La economía de la empresa hay que programarla a medio y largo plazo
Otra de las grandes frases lecciones de Juego de Tronos nos la ofrece Tyrion Lannister, cuando habla de que es necesario dejar madurar los planes. Esto se puede aplicar también a la estrategia de negocio. Hay que tener paciencia en el corto plazo, pero a la vez ir introduciendo las correcciones oportunas para que el plan llegue a buen puerto a medio y largo plazo.
7. Fallar no es el problema, el problema es no continuar
El hombre que teme la derrota ya ha sido derrotado. El miedo hiere más que las espadas
Es una de las primeras lecciones de Syrio Forel, el maestro de esgrima que entrena a Arya Stark en el uso de la espada. En la empresa ocurre lo mismo a la hora de emprender: no podemos permitir que el miedo al fracaso nos paralice, hay que ser conscientes de los riesgos pero hay que avanzar y arriesgar.
8. El coste de oportunidad también hay que considerarlo
Cuando Daenerys Targaryen decide quedarse gobernando la ciudad de Meereen, a pesar de contar un ejército de fieles seguidores y tres dragones a su servicio, está dejando de lado su ambición de volver para reinar en los Siete Reinos. Cada decisión que tomamos también tiene un coste de oportunidad. El compromiso de Daenerys con los libertos supone una atadura a la hora de aprovechar el caos que se vive en los reinos del norte para tomar el poder.
9. Sin avances tecnológicos no hay mejora de la productividad
Por último, nos queda una reflexión más general, que tiene que ver con la productividad y el uso de la tecnología y el conocimiento. En los Siete Reinos se vive una época oscura, en la que las tecnologías antiguas más poderosas, como el Fuego Griego o el acero Valirio, parecen ahora perdidas. La recuperación del conocimiento perdido y la tecnologías que han dejado de utilizarse suponen victorias importantes en la guerra que emprenden. No hay avances económicos sin una mejora de la tecnología que suponga una mejor productividad. La empresa tendría que tener en cuenta este aspecto, sobre todo aquellas que se quedan ancladas en aquello de «si funciona no lo toques».