Personas y Liderazgo

El líder beta en un mundo de aprendizaje continuo [Fernando Botella, CEO de Think&Action]

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De manera sutil y silenciosa, pero, al mismo tiempo, con una velocidad vertiginosa e imparable, el mundo analógico y previsible que hemos conocido hasta ahora está siendo reemplazado por otro en el que casi nada es como solía ser. Parecería un nuevo planeta, o es este mismo, pero transformado por obra y arte de la tecnología. Nuevos paradigmas en una nueva era. Un nuevo mundo, poblado de nuevos monos, en el que ha estallado una verdadera revolución: LA REVOLUCIÓN 4.0.

¡Bienvenidos!

La buena noticia … estemos tranquilos porque no es la primera vez que algo así le sucede a la humanidad. Solo es nuevo para nosotros. Ya pasó en la era de la piedra, o con la aparición del fuego, la edad de hierro, la imprenta, la revolución industrial…

En cierto modo, podemos considerarnos afortunados. No todas las generaciones tienen la oportunidad de asistir a un cambio de modelo de tales dimensiones, con una nueva manera de enfrentarse a lo cotidiano, a las relaciones humanas o al trabajo. Es un restart en toda regla que requiere un profundo cambio de chip. Ha llegado la era digital.

Y las preguntas del millón: ¿Estamos preparados para hacer que la nueva inteligencia artificial sea cada vez menos artificial y más inteligente? ¿Estamos preparados para vivir bajo un proceso de cambio continuo y exponencial?

El futuro lo construyen las personas

Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que disponer de productos o servicios con una ventaja competitiva diferenciada, comunicarlo adecuadamente a los públicos objetivos, e invertir en ello, era suficiente para vender, para permanecer en un mercado.

Hoy, en un mundo interconectado, que vive bajo criterios de innovación infinita, donde las propuestas han perdido valor por la dificultad para sostener las diferencias en el tiempo, hay un lugar único donde seguir innovando ese lugar ERES ¡TÚ!

La nueva era digital es un cóctel en el que se mezclan la hipermovilidad, el don de la ubicuidad, el acrecentamiento de la oferta, la desintermediación, la inteligencia artificial, la robótica, el internet de las cosas, el auto-aprendizaje computacional, el big data… y una larga la lista de novedades tecnológicas.

La forma en la que trabajaremos y nos relacionaremos ya no será igual. Las habilidades que necesitaremos para dirigir y liderar equipos y procesos en las organizaciones serán dramáticamente diferentes.

Has pensado… ¿cómo vas a responder a ello?

La llamada nueva normalidad ha llegado para quedarse.

Ahora bien, el verdadero cambio no es digital. O, al menos no es sólo digital.

Se trata de una ¡TRANSFORMACIÓN CULTURAL!

El futuro no va a ocurrir sin nosotros; el futuro está siendo construido por nosotros y para nosotros: LAS PERSONAS.

En este estado revolucionario, la única certeza con la que contamos es que no hay certezas. La incertidumbre es lo normal, como la propia vida… y el cambio es nuestro inseparable compañero de viaje. Quien espere que el suelo siga inamovible bajo sus pies cada nuevo día se va a llevar más de un disgusto.

Tampoco es cuestión de ser alarmistas. Porque, aunque es inevitable que nos llevemos algún que otro coscorrón en este nuevo y volátil planeta, la Revolución 4.0 también abre ante nosotros un hermoso panorama repleto de oportunidades. Aprovecharlas, eso sí, requiere un reseteo completo de mentalidad.

La bestia adaptativa que todo líder lleva dentro

El viejo mono, llamado sapiens, rígido y apoyado en los sólidos cimientos de la costumbre, el dogma y el conocimiento técnico, está condenado a la extinción en este nuevo ecosistema, caracterizado por la inconsistencia y una aceleración exponencial del cambio.

En su lugar, surge un nuevo mono, BETAagile, que es capaz de despojarse de todos sus prejuicios e ideas aprendidas para abrazar la evolución iterativa hasta sus últimas consecuencias, de vivir su vida bajo el paradigma del aprendizaje continuo y ágil.

Es un mono flexible, del que sabemos que es inteligente porque no tiene reparos en admitir su ignorancia sobre una infinidad de cosas. Es una bestia adaptativa que sabe que todo avance pasa el tamiz de la prueba-error. Y es una bestia iterativa porque aborda la experimentación sin pestañear, sin miedo al fracaso ni tiempo para quedarse enganchado en el éxito. Porque sabe crecer incorporando sobre la marcha lo que le sirve para pasar a la siguiente casilla y desechando todo aquello que le frena y no aporta.

Este nuevo mono, al que yo llamo ciudadano beta, es un líder. Pero no al modo en el que estamos acostumbrados, sino de una manera diferente y singular, adaptada a las exigencias de los nuevos entornos digitales.

Es un revolucionario que no se parece en nada al líder mesiánico de los grandes discursos, los audaces golpes de efecto o los puñetazos encima de la mesa. Al ciudadano beta no le gustan demasiado los grandes escenarios recargados ni las actuaciones grandilocuentes.

Su modus operandi es más sutil. Prefiere influir y dejar una profunda huella en las personas y en las organizaciones gracias a su ejemplo y a un tipo de habilidades curiosamente mucho más humanas. No lidera con fuegos artificiales, sino arremangándose, haciendo y logrando que otros hagan. Haciendo que las cosas pasen.

Es un líder intuitivo, creativo, en el que predomina el pensamiento disruptivo. Un líder que escucha; más que dictar la estrategia a seguir, la inspira, invitando a los demás a contribuir colaborativamente a construirla.

Partícipe del talento colaborativo y la inteligencia interdependiente, no trata de arrastrar por los galones, sino que es capaz de aglutinar voluntades alrededor de un objetivo común. Es un jefe “redárquico”, no “jerárquico”. Su misión, en cierto modo, no es tanto dirigir como ayudar a despertar en toda la organización un sentido de urgencia y una conciencia de propósito compartido, sin despreciar la calidad exigible y la ejecución excelente.

Un líder bien amueblado para la transformación digital

Para triunfar en esta difícil misión, este líder beta precisa estar equipado con una serie de cualidades que, si ya eran importantes antes, se vuelven fundamentales en este nuevo paradigma.

La paradoja, en mi modesta opinión, más poderosa de esta nueva era: cuando la “máquina” triunfa con las viejas habilidades que correspondían a los humanos, el humano necesita mucho más que nunca antes de las llamadas soft skills, habilidades blandas, tales como la creatividad, el buen feedback, la comunicación de impacto, etc…

Las habilidades sociales, el trabajo en equipo, la empatía, la escucha activa, el trabajo colaborativo o el pensamiento creativo tienen en este tipo de entornos mucha más importancia que las capacitaciones técnicas o las destrezas digitales. En primer lugar, porque una de las tareas más complejas a las que se enfrentan los líderes digitales es la de vencer las muchas resistencias organizativas que la llamada transformación digital y los numerosos cambios que implica provocan.

Y es que el componente “digital” no debe distraer al líder de la verdadera naturaleza de esta nueva etapa: que se trata de una revolución de seres humanos, no de máquinas; la persona sigue estando en el centro de todo. De la habilidad del líder para mantener conversaciones significativas y de valor con su equipo, clientes y demás stakeholders, dependerá en buena medida el éxito de la misión.

Otra de las claves del liderazgo digital es su capacidad para innovar y para cuestionarse los mismísimos cimientos de la organización. El pensamiento creativo se revela como una de las habilidades más determinante. Esta facultad, que nos diferencia de los animales, es nuestro pasaporte hacia el mañana. Sólo contemplando la realidad de un modo desacostumbrado, tendremos la posibilidad de anticipar el futuro permitiéndonos así vivir y decidir en el presente, en lo único que en realidad existe, el hoy, el ahora.

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