Estrategia y Gestión

Hasta cuándo merece la pena luchar para que un negocio funcione

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Montar un proyecto de empresa es una experiencia única, que cada emprendedor afronta con la ilusión de que las cosas salgan bien y pueda ganar dinero. Sin embargo, las estadísticas confirman que la mayoría de empresas que arrancan no llegan a buen puerto.

Hay muchas que se quedan por el camino, algunas de las cuales dejan a los propietarios con un buen problema, mientras que en otras la sangre no llega el río. Que un proyecto de empresa falle es un palo importante, pero no saber parar a tiempo lo es aún peor. ¿Sabes hasta cuándo cuando merece la pena luchar para que un negocio funcione?

¿Hasta cuándo merece la pena luchar para que un negocio funcione?

Cada proyecto de empresa es un mundo y no se puede fijar una regla única y general para decidir cuándo hay que parar el negocio en todos ellos. Sí que se puede poner encima de la mesa una muy básica y que funciona en todas partes: usar el sentido común. Es una de las mejores «armas» a usar en caso de que un negocio no marche bien.

Tan importante como hacer un plan de empresa, es considerar el plan de salida del negocio por parte de los socios si las cosas no salen según lo esperado. Las relaciones humanas son complicadas bajo presión y, más aún cuando se producen tensiones porque la empresa no marcha, no llegan los ingresos y hay que pagar nóminas y gastos varios.

Por eso, es importante definir en el momento de lanzar la empresa una serie de hitos de control para medir los resultados de la compañía y plantear la toma de la decisión de si merece la pena seguir o no, basándose en información objetiva, como la cuenta de resultados hasta la fecha, y subjetiva, como la proyección de resultados a futuro.

Si para tomar la decisión se usa sólo la información subjetiva, o se prefiere mirar para otro lado que no sea el de los datos, como sucede muchas veces, resulta que se corre un riesgo innecesario y posiblemente no justificado, que se acabará pagando caro si finalmente hay que echar el cierre.

El «burn rate» como indicador clave para llegar al punto límite

La inversión en una nueva empresa no deja de ser una inversión de alto riesgo, por lo que los socios que hayan aportado más capital es normal que quieran tener de alguna manera un control de lo que se hace con su dinero invertido. La confianza es una de las claves para que los socios estén tranquilos y una manera de ofrecérsela es a través de unas cuentas claras y mostrando datos como el burn rate.

El burn rate es un indicador que se calcula en situaciones de flujos de caja negativos, como sucede al principio cuando se monta un negocio. Este indicador sirve para ver la cantidad de dinero que se va «quemando» en los primeros pasos de la empresa y ver hasta donde va a permitir llegar con ese ritmo de consumo de capital.

El burn rate sirve para anticiparse a la situación de agotamiento del capital invertido en la nueva empresa, marcando un punto límite a partir del cual se necesitará actuar, bien abriendo nuevas rondas de financiación para captar más capital, propio o de terceros, bien acudiendo a la situación de concurso de acreedores o tomando la decisión definitiva echar el cierre y liquidar. ¿Cuál de ellas prefieres tú? ¿No habría merecido la pena haber parado antes de que la única opción sea cualquiera de las dos últimas? ¿Tienes un plan de retirada en caso de que falle tu negocio?

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