Finanzas

Un paso adelante. Dos pasos atrás

sage

Y en 2016 continúa el desfile.

El año pasado los maestros diseñadores y modistos de AEAT se afanaron decididamente a ensanchar sus armarios, y lo consiguieron a base de crear nuevas y flamantes subclaves para casi todos los tipos de rendimientos a declarar en el modelo 190.

Estaba claro que el mismo había engordado de mala manera durante el ejercicio pasando a una talla XXL. Los quilos de más, ganados sin remedio durante el año, fueron motivo más que suficiente para que sus tijeras cortaran más tela, sus agujas se hilvanaran con hilo resistente y, para hacer hueco a las nuevas prendas creadas junto al repleto vestuario heredado de años anteriores, se necesitó ampliar algún que otro cajón. Para ser justos y realistas, varios de ellos y que, en alguna ocasión obligaron a recolocar las antiguas y ya raídas piezas en las nuevas ubicaciones.

Pero después de un año de hartazgos sin mesura ni control, a todos apetece empezar una dieta sana y equilibrada, al igual que sucede después de las copiosas e interminables comidas navideñas. Precisamos de alimentos ligeros, que pasen y sacien – sobre todo que sacien-, pero que no hinchen, y que, en definitiva, el efecto que produzcan sea el mismo que el del atracón, pero manteniendo la conciencia tranquila. Eso es psicológicamente muy importante.

Modelo 190, a régimen

En cierto modo, esto es a lo que se ha visto sometido el modelo 190. Una dieta, no muy estricta, pero si efectiva, en la que la sección nutricionista de AEAT le ha puesto todo su empeño y cuyo resultado, ahora, aflora y se nota en la báscula: el modelo 190 ha perdido peso, pero no musculatura.

En definitiva, el adelgazamiento ha provocado que la sección de costura haya ido contracorriente durante el año. Punto aquí, repunto allá, estrechamos de aquí, cortamos allá y lo solucionamos con unas pincitas. Pero… ¿Y qué hacemos con la tela que ahora nos sobra? ¿La tiramos? ¿La hacemos desaparecer? No. En tiempos de crisis, en un mundo en el que se vive entre nuevas costuras y zurcidos, para no que no se tuerza el cosido, aflora siempre el dicho, «remienda bien tu paño que vas a pasar otro año».

¿El remiendo? Pues de dónde me sobra, me hago un par de bolsillos y los cargo con su peso justo siempre mirando de que el apaño sea original y no repetitivo. Y así, no pierdo nada ni tiro nada. Simplemente, equilibro la balanza.

Ya se sabe que cuando un cajón lleva sobrepeso, puede acabar de dos maneras: o bien reventando y esparciendo al disperso todo su contenido, o bien vaciándolo y trasladarlo a otro cajón medio lleno o a un cajón nuevo. Pero de tirar, nada de nada, porqué si lo tengo, ¿por qué no voy a quererlo? Quizás ahora no lo utilice, pero, al año siguiente… quién sabe… «Remienda bien tu paño…»

Con el ahorro y reaprovechamiento producido con la tela, AEAT opta por adquirir algún cajoncillo nuevo. A tal efecto, algunas de aquellas subclaves han vuelto a su origen y se han aglutinado en una sola, como ha ocurrido con los rendimientos de trabajo, aunque esto ha conllevado también la introducción de un par de campos más a ellos asociados.

En algún otro caso, si ya estaba un poco carcomido y por tanto poco apto para guardar prendas, lo ha suprimido de cuajo, como ha sucedido con la movilidad geográfica en 2014.

Y ahora, ¿cuál es la situación? Queda algún que otro un vacío que afea el ropero, pero… quizás el año que viene vengan vacas gordas y se sustituya no solo el cajón sino todo el armario. Y vacas gordas significa no tener que remendar el paño…

Ya en pasarela

Un lugar donde cada uno de los pasos son fundamentales. Un paso hecho en firme y con un buen ritmo es fundamental, pero el titubeante echa para atrás todo el trabajo y esfuerzo dedicado para obtener menos de un minuto de gloria.

Dicen que todas las modas acaban por regresar. En unas ocasiones van adelante. En otras, para atrás. Como el cansado péndulo de un viejo reloj de pared. Igual.

Con esta dieta del modelo 190, necesaria después del atiborramiento del año pasado, el modelo vuelve un poco atrás y desfila ahora con traje reaprovechado y hábilmente remendado. Las diestras manos e hilos de AEAT hacen como siempre milagros sobre la tela.

Y ahora, observando este desfile desde mi silla, en el momento de la verdad, me encuentro con un batiburrillo de vestuario por recolocar en un armario en el cual o bien me sobran cajones o bien me faltan. Y esta es mi gran preocupación, porque yo sigo teniendo el mismo peso y talla, pero el ropaje ha cambiado, pero desconozco cómo.

¿Qué es lo que necesito, y urgentemente? Pues un «personal shopper» que me aconseje, guie y redefina, si puede, mi estilo y me ayude a recolocar, en los nuevos campos y en los reaprovechados, todas las prendas que ahora tengo dispersas encima de la cama.