Pago recurrente o pago único: ¿En qué se diferencian?
Describimos qué son el pago recurrente y el pago único, cuáles son sus principales diferencias y cómo conviene utilizar cada uno.
Analizamos en este artículo las diferencias entre el pago único y el recurrente para que puedas tomar las mejores decisiones.
- En la negociación de la forma de pago, es importante estudiar las circunstancias de ambas partes.
- El éxito en los pagos no solo depende del cuánto, sino también del cuándo y el cómo.
El pago recurrente y el pago único son dos alternativas para el cumplimiento de obligaciones. La opción por uno u otro (ya sea como cobrador o como pagador) dependerá de lo que reclamen las circunstancias.
Hay que saber examinar el entorno y analizar las repercusiones de decantarse por una u otra opción. Así obtendremos un mejor aprovisionamiento a costes más reducidos, facilitaremos las ventas y fortaleceremos la tesorería y las finanzas en general.
¿Qué son el pago recurrente y el pago único?
El pago único se realiza de una sola vez, con independencia de que medie un tiempo entre la prestación y la contraprestación. Por ejemplo, nos hacen un pedido y acordamos un pago a tres meses. Es una alternativa muy común, en especial en las operaciones con clientes del comercio minorista.
Mientras, el pago recurrente se repite un cierto número de veces. Por ejemplo, acordamos con un proveedor que le satisfaremos la factura a 30, 60 y 90 días. Es, por tanto, muy utilizado en operaciones comerciales y financieras de todo tipo y, en especial:
- En el ámbito financiero. Cada cierto tiempo, pueden liquidarse posiciones, abonarse intereses, reembolsar la amortización del capital, intercambiar flujos de caja en distintas monedas…
- En la prestación de servicios. Es típico en aquellos en los que a cambio de una cuota, obtenemos acceso o cobertura del servicio durante un período.
- En los arrendamientos. Por ejemplo, pagamos la mensualidad del local o la anualidad de una tierra de cultivo.
Diferencias entre pago único y pago recurrente
Aunque sirven para un mismo propósito (cumplir con una obligación), sus consecuencias son distintas en varios ámbitos.
La capitalización o descuento financiero
Cuando tenemos pagos o cobros realizados en distintos momentos del tiempo, no podemos compararlos sin más. Necesitamos un tanto de interés o descuento que nos permita valorarlos.
Imaginemos, por ejemplo, la decisión entre dos opciones de cobro:
- Un cobro único de 100 000 euros hoy mismo.
- Doce cobros de 10 000 euros anuales. El primero de ellos se haría dentro de un año. Supongamos que no existe probabilidad de impago.
No podemos decir, simplemente, que obtenemos 20 000 euros más con el cobro recurrente. Estaríamos sumando cantidades de diferentes momentos, lo cual es como sumar peras con manzanas. En su lugar, tendremos que calcular en un mismo momento del tiempo cuánto vale el cobro único y cuánto el recurrente.
Para ello, podemos utilizar un tanto de interés. Por ejemplo, con un 1 % de interés, el cobro de 10 000 euros hoy es equivalente a 10 100 euros dentro de un año. Visto de otra manera, con un 1 % de interés, 10 000 euros de dentro de 12 años equivalen a 8874,50 euros de hoy.
En nuestro ejemplo, vemos cómo, con un 1 % de interés, la suma de cobros recurrentes equivale a 112 551 euros hoy. Le traería cuenta al cobrador. Sin embargo, con un 3 %, equivale a 99 540 euros, lo cual sería beneficioso para el pagador.
Las condiciones del contrato
Muchas veces, la forma de pago repercute en otras condiciones. Sirve de ‘moneda de cambio’ para negociar plazos de entrega, garantías, la organización de operaciones logísticas…
Al valorar si es mejor un pago único o recurrente, debemos ponderar todas las repercusiones en las condiciones y ejecución del contrato.
Entonces, no podemos hacer una valoración meramente financiera. En realidad, estamos comparando contratos distintos. Puede que una de las dos fórmulas nos dé un valor actual del cobro o pago más ventajoso, pero no todo es el precio. Hay que buscar un equilibrio.
La probabilidad de impago
Este es un factor que preocupa específicamente al cobrador. En nuestro ejemplo, de una docena de cobros recurrentes de 10 000 euros, hemos supuesto que el impago es imposible. Sin embargo, en la realidad debemos analizar cuál es la probabilidad de insolvencia en cada uno de los momentos. Además, estudiaremos cuáles serían las consecuencias.
En ese sentido, es importante conocer bien la normativa concursal. También conviene estudiar a fondo las alternativas que existen para garantizar el cobro. Ello no solo nos sirve en cobros recurrentes, sino también en cobros únicos aplazados.
La inmovilización de fondos
El pago recurrente suele ser una opción para que el pagador acompase el flujo de tesorería a las ventajas que proporciona el bien, servicio o financiación recibidos. No tenemos que hacer un desembolso voluminoso a la espera de que lleguen los retornos pretendidos.
Por ejemplo, pensemos que queremos incorporar una nueva máquina y que tenemos dos opciones: comprarla con un pago único o arrendarla con el pago recurrente de una mensualidad. Entonces, nos encontramos con la siguiente situación:
- Si decidimos comprarla, podemos financiarla con un incremento del patrimonio neto (una ampliación de capital o una subvención, por ejemplo), con desinversiones en otros activos o con deudas. Con el dinero obtenido, realizamos el pago único. Si nos decantamos por la financiación ajena, quizá transformemos el pago único en uno recurrente como las cuotas de un préstamo, por ejemplo.
- Con un arrendamiento, no tendremos que satisfacer el dinero de una vez ahora o en otro plazo convenido. Iremos pagando el alquiler correspondiente a cada período. Pretendemos que la máquina vaya generando ventajas de costes o generación de ingresos que proporcionen un flujo neto de caja.
Sin embargo, desde el punto de vista contable, hay que hacer otra precisión. Si el arrendamiento tiene la consideración de financiero, debemos incorporar la máquina al activo y reflejar la deuda con el arrendador. Es decir, el arrendatario registrará la operación de forma muy semejante a la de una compraventa financiada con endeudamiento.
La construcción de la confianza
Para que las partes accedan a un pago único, es necesario un estudio más detenido. Por ejemplo, pensemos en una presentación ante inversores. Si queremos obtener financiación de una sola vez, deberemos ser muy convincentes. Habremos de resolver todas las dudas y seremos muy precisos.
Si, por el contrario, los fondos van a llegar progresivamente, hay margen para esperar y ver. Se negocia unas condiciones y, en función de los resultados, podemos renegociarlas. Es algo parecido a lo que sucede con los contratos de suministros y servicios profesionales recurrentes. Si no nos convencen las prestaciones, en el siguiente período buscaremos otro contrato o, incluso, otro proveedor.
Como vemos, ambas formas de pago tienen características diferentes. Entender el contexto nos ayudará a tomar la mejor decisión en cada momento.