Estrategia y Gestión

Reciclaje de aparatos eléctricos y electrónicos a cambio de dinero

Modelo 202

En este blog hemos hablado en más de una ocasión de distintas fórmulas de ahorro de costes para las pymes y los autónomos (vía factura eléctrica, costes de oficina en general, costes operativos).

Una nueva opción, por lo menos para mi, es la que he probado recientemente, de vender los móviles usados a un servicio especializado de reciclaje. Hablando claro, se trata de vender nuestra chatarra tecnológica a alquien que pague por ella. Ya se sabe lo que reza el dicho, la basura de un hombre es el tesoro de otro.

Al utilizar un servicio de este tipo, además de contribuir al cuidado del medioambiente y despejar la oficina de cacharros obsoletos, se intercambian teléfonos móviles por unos cuantos euros, que siempre vienen bien. Además, se elimina el problema de acumularlos y no saber qué hacer con ellos, transformándolos en «cash», contante y sonante.

Cómo funciona el sistema

Recientemente he probado un servicio de reciclaje de teléfonos móviles que fue muy efectivo y cuyo procedimiento a seguir es muy sencillo. Entras en su página web, localizas el terminal que quieres reciclar (marca y modelo) y ves el precio que te pagan por él. Si aceptas y estás de acuerdo en efectuar la transacción, te registras como usuario y solicitas la recogida del terminal en tu domicilio, mediante mensajero (servicio incluido en el precio). Tras unas semanas, en las que el terminal viaja hasta las dependencias de la empresa recicladora y es examinado por ésta, decidiendo si está en buen estado o no (si está deteriorado, el precio que pagan es menor), recibes en la cuenta bancaria que hayas indicado el importe correspondiente de la operación.

No es que sea una cantidad como para hacerse rico, pero si se van sumando de varios frentes, al final el total es un «pico». Con este sistema, pasamos de tener aparatos acumulados en la oficina y que carecen de valor para nosotros (ocupan espacio, acumulan polvo,…) a no tenerlos, ahorrando espacio, y obtener unos ingresos adicionales. Este dinero se puede contemplar a la hora de adquirir nuevos terminales, como una minoración de la compra de los equipos nuevos.

Hay que tener en cuenta antes de enviar los terminales todos los riesgos que conlleva para la empresa. Para empezar, nunca está de más quedarse con algún terminal de reserva en la oficina por si surge alguna emergencia, que siempre se puede extraviar o perder un móvil. También hay que acordarse de eliminar todos los datos que contenga el teléfono, tanto personales (agenda de contactos, sms, imágenes,…) como de negocio que puedan ir contenidos en correos electrónicos y otros registros. No está de más utilizar la función de «borrado de fábrica» que traen de serie todos los aparatos.

Reciclaje de otros aparatos

Si hay empresas que reciclan teléfonos móviles, es fácil pensar que bien podría haber alguna otra que se dedique a reciclar otros aparatos similares. Por ejemplo, ordenadores y monitores, que tanto espacio ocupan y polvo acumulan. además está el riesgo de dejarlos tirados por algún lugar del que a la larga nos olvidemos y dejemos de lado temas importantes como el borrado seguro de la información que contienen, para que no pueda venir un tercero y utilizarla.

A decir verdad, no he probado nunca a enviar ningún equipo pero si uno busca en internet, parece que hay opciones. Quizá la cosa sea más difícil con este otro tipo de aparatos por existir un abanico de configuraciones tan amplio, pero seguro que alguien está dispuesto a pagar por ello. La tienda a la que le compramos los equipos informáticos seguro que es un buen sitio para preguntar, tembién las tiendas de segunda mano, que tanto han proliferado con la crisis.

Otras opciones sin beneficio económico

Además de la opción de venta comentada, hay más opciones a la hora de deshacerse de los aparatos eléctricos y electrónicos que ya no usamos. Se pueden donar a alguna ONG, contribuyendo a una mejora social, o se pueden llevar a un punto limpio, con lo que contribuimos a mantener el medioambiente en condiciones. En definitiva, si no vamos por la vía económica, siempre queda la de la responsabilidad social corporativa, pero la de verdad.