¿Cómo mejorar tu concentración hasta entrar en la zona de flujo?
Mantener la concentración en el trabajo es la mejor forma de conseguir una buena productividad. Estamos centrados en nuestras tareas, sin distracciones y avanzamos a buen ritmo en su finalización. Algunas veces la capacidad de concentración es tan buena que sentimos que todo fluye, que las ideas y las soluciones aparecen de forma evidente. Pero ¿cómo mejorar tu concentración hasta entrar en la zona de flujo?
Lo cierto es que cualquier práctica que llevemos a cabo para mejorar la concentración en el trabajo va a resultar beneficiosa para nosotros, para nuestra productividad. No podemos pretender conseguir este estado de concentración absoluta en una tarea si ahora somos incapaces de mantener nuestra atención en las tareas pendientes, algo que además a medida que avanza el día nos cuesta más y más. El resultado es que al final del día, no importa el trabajo que tengamos, no hemos avanzado tanto como nos gustaría.
Porque es un hecho constatado que de igual la cantidad de trabajo que tengamos. Tendemos a dilatar su resolución de manera que si tenemos pocas tareas pendientes se dilatan en su resolución hasta ocupar todo el horario de trabajo. El resultado es una baja productividad, que afecta a nuestra empresa y a su competitividad.
Algunos ejemplos de otras actividades con las que entramos en la zona de flujo
Seguro que hemos visto en alguna ocasión, o incluso nosotros hemos experimentado la abstracción mental a la que llegamos con un juego, que podemos tener en nuestro móvil o en una consola. Se requiere una concentración importante para ejecutar la propuesta, no sólo se trata de habilidad. Si entramos en la zona de flujo, las horas pasan sin darnos cuenta, no nos damos cuenta de que nos están hablando, etc. Esta es la concentración que tenemos que tratar de conseguir en nuestro trabajo.
Pero no hace falta pensar en los videojuegos. Otro ejemplo que no tiene nada que ver con la tecnología es tejer, hacer punto, por ejemplo. A no ser que tengamos una gran maestría, hay que estar pendiente para que según se vaya avanzando todos los puntos se ejecuten de forma correcta. De esta forma la concentración es absoluta, tanto que muchas veces la persona que está tejiendo le duelen las manos o el cuello ya que no es consciente del tiempo que ha pasado con las agujas.
Pero también podemos conseguirlo viendo la televisión, una película de cine, o con la lectura cuando un libro ha conseguido engancharnos, etc. Podemos leernos 500 páginas de una novela en un par de días y sin embargo un informe de apenas 20 folios se nos atraganta y aunque nos lo leemos, no conseguimos retener su contenido.
Consejos para llegar a la zona de flujo en el trabajo
Todas estas actividades tienen algo en común. No tenemos interrupciones, no permitimos que nada nos aparte de lo que estamos haciendo. Y esta es una disciplina que tenemos que imponernos para mejorar nuestra concentración en el trabajo. No resulta nada fácil, ya que tiene un componente endógeno, que depende de nosotros, como puede ser cerrar el correo electrónico, silenciar el teléfono móvil, etc.
También hay un componente exógeno que es más difícil de controlar. Las interrupciones que nos llegan de fuera, ya sea de otros compañeros de trabajo, de clientes, jefes, etc. O si trabajamos en casa de nuestra propia familia, que muchas veces no es consciente de que estamos trabajando. Aquí habrá una parte que podremos educar a las personas que nos rodean y otra que será inevitable. No podemos decir a un cliente que entra a nuestra empresa que espere 15 minutos a que acabemos nuestra tarea.
Otra cuestión interesante de las actividades que hemos comentado antes y que nos llevan a la zona de flujo donde nuestra concentración es absoluta es que realizamos una sola tarea en cada momento. No estamos trabajando en un informe, mientras estamos viendo las redes sociales o el correo electrónico que tenemos que responder cuando acabamos. Mejor centrarnos en una única cosa e intentar acabarla lo antes posible.
Es importante que el objetivo que tenemos que conseguir sea factible, es decir, que podamos lograrlo. Los juegos van buscando dar pequeños logros o recompensas a medida que avanzamos, por ejemplo. Cuando afrontamos una tarea muy larga, que nos va a llevar mucho tiempo, lo mejor es intentar dividirla en varias más pequeñas, para que podamos atacarla por partes.
Muchas veces un trabajo que nos ocupará una mañana lo vamos dejando hasta encontrar el día adecuado para atacarla. Sin embargo, si conseguimos dividirla en cinco subtareas no nos dará pereza ponernos con ellas. El resultado es que el total del trabajo estará terminado antes, aunque lo hayamos realizado en varios días. Algo similar a la técnica Pomodoro, aunque sin ser tan estrictos.
La capacidad de concentración no es como un botón, que se enciende y se apaga con sólo pulsarlo. Es algo que debemos de trabajar de forma constante, hasta conseguir mejorar nuestra concentración tanto como para alcanzar esta fase de flujo donde nuestra productividad se dispara. La parte buena de trabajar esta cuestión es que aunque no consigamos cada día llegar a la fase de flujo, nuestra capacidad de concentración mejora y lo notamos en nuestra productividad.