Estrategia y Gestión

La condición más beneficiosa: mejoras laborales que se convierten en derechos

Sage

Cuando hablamos de condición más beneficiosa, lo hacemos sobre el hecho de que la empresa proporcione a los trabajadores un tratamiento más favorable al reconocido legalmente, siguiendo la voluntad inequívoca del empresario hasta el punto de que quede expresa o tácitamente incluida en las relaciones laborales.

Para poder determinar si una mejora es una condición más beneficiosa, tendrá que establecerse la existencia de dicha voluntad, que en muchos casos se descubrirá por la continuidad en el tiempo y por la inexistencia de requisitos para la aplicación de la misma.

La mejora que se convierte en condición más beneficiosa

Para evitar que una mejora laboral adquiera el reconocimiento de condición más beneficiosa, deberían establecerse los criterios para que esta se mantenga, de forma expresa. Por ejemplo, se podría condicionar la entrega de cestas de navidad al buen estado financiero de la organización.

Si no es así, la inexistencia de requisitos y su aplicación a lo largo del tiempo representaría la consolidación de la medida, pasando a ser considerada como un derecho de los trabajadores.

Existen notables diferencias entre una mejora laboral condicionada a ciertos criterios y un derecho reconocido, sobre todo a la hora de querer eliminarlo o reducirlo de forma unilateral.

Algunas mejoras que pueden llegar a convertirse en condiciones más beneficiosas, si no se condicionan o limitan, son:

  • La citada entrega de cestas de navidad
  • El uso de vehículos empresariales para uso personal y laboral
  • Las pagas extraordinarias durante bajas por IT, sin realizar descuento alguno
  • Entrega de tarjetas de descuento para comprar productos en la empresa

Para que una mejora no se consolide como condición más beneficiosa, el empresario debería poder demostrar que no tenía una voluntad consciente de incorporarla de forma definitiva a la relación laboral.

Por ejemplo, esto podría darse si es capaz de demostrar la existencia de un error por el cual se ha estado proporcionando la mejora de forma involuntaria.

La condición más beneficiosa también tiene límites

Las condiciones más beneficiosas deben respetar algunos límites, pues no pueden aplicarse cuando son contrarias a las leyes. Es decir, pueden introducir mejoras en las mismas, pero no entrar en contradicción con las imposiciones legislativas, como por ejemplo pagar sueldos inferiores al mínimo (aunque esto difícilmente podría ser defendido como una «mejora», por supuesto).

Por otro lado, tampoco puede aplicarse de forma discriminatoria. Esto podría explicarse mejor con un ejemplo: un empresario no puede pactar con un trabajador una mejora salarial respecto a los mínimos legales, pero no si se le está dando por el mero hecho de ser un hombre.

Si se demostrara que esta es la causa de su mayor salario, se estaría incurriendo en una discriminación hacia otros empleados, en términos constitucionales (por sexo, raza, religión, etc.).

Aún así, la empresa dispone de cierta autonomía para remunerar de forma diferenciada a sus empleados, siempre que no se utilicen valores discriminatorios para justificarlo.

Modificar o eliminar una condición más beneficiosa

Cuando una condición más beneficiosa se consolida, se incorpora como un derecho más de los trabajadores, por lo que tendrá que ser respetada por la empresa de la misma manera. Por tanto, no podrá reducirla o eliminarla de forma unlitareral.

Para poder cambiarlas o sustituirlas, el trabajador y el empresario podrán acordarlo de forma voluntaria sin ningún problema.

Otra cosa es que la empresa quiera hacerlo directamente o que no haya logrado cerrar un acuerdo, en cuyo caso podrá invocar el procedimiento de modificación sustancial de las condiciones de trabajo, aunque para ello se exige la existencia de causas justificadas, como circunstancias económicas, técnicas, organizativas, etc.

También podría invocarse el principio de derecho «rebus sic stantibus» (estando así las cosas), según el cual podría modificarse o suprimirse un acuerdo de forma excepcional cuando la situación existente a la hora de hacerlo, difiera notablemente de la actual.

Para que esto sea posible tenemos que estar ante circunstancias imprevisibles, pero también tenemos que tener en cuenta que la justicia lo aplica de forma bastante restrictiva, pues se antepone el «pacta sunt servanda» (lo pactado obliga, o los pactos deben ser cumplidos).