Personas y Liderazgo

Día Internacional de la Felicidad: ¿en qué punto se encuentran las empresas?

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Hoy, 20 de marzo, es el Día Internacional de la Felicidad. Lo promueve la Organización de Naciones Unidas, que en el espacio que dedica en la web a esta celebración explica claramente cuál es su motivación con una sola frase: “¡Es un día para ser feliz, naturalmente!”. En la edición de este año lo dedica a las acciones contra el cambio climático como un aspecto fundamental para garantizar el bienestar y la felicidad.

¡Comparte! Y celebra el Día Internacional de la Felicidad. Ser feliz en el trabajo se ha convertido en una prioridad empresarial.

Mientras tanto, este día llega con las empresas muy interesadas en el fenómeno de la felicidad. Fundamentalmente, les atrae la felicidad de consumidores y empleados, que se han convertido en dos ejes muy importantes de actuación.

La felicidad del cliente

Las empresas tienen actualmente su vista puesta en la tendencia a que el cliente esté cada vez más (si cabe) en el centro de todas sus decisiones. Por eso comienzan a implantarse figuras como la de los responsables de felicidad del cliente.

Pionero en ese sentido ha sido Rubén Bastón, quien se hizo cargo de ese puesto en la agencia Elogia y el pasado año declaraba a La Voz de Galicia que “con la creación de este puesto, se intenta hacer frente a uno de los mayores riesgos tradicionales en las empresas: la falta de proactividad y el estancamiento en el servicio“. En definitiva, se trata de tener a alguien enfocado exclusivamente a las necesidades del cliente.

La experiencia como parte de la felicidad del consumidor

Además de esa tendencia general, en las empresas que trabajan (directa o indirectamente) para los consumidores finales hay una prioridad: la experiencia. Para las empresas, el objetivo no es ya solamente contribuir a que el consumidor sea feliz, sino también que perciba una sensación de plenitud en el momento preciso del consumo. No solamente hay que crear un buen producto, sino también emociones memorables.

Si logramos generar una experiencia puntual de felicidad habremos ganado varias batallas:

  • Contribuiremos a generar una buena reputación.
  • Incrementaremos la valoración de nuestro producto.
  • Haremos más probable que el consumidor repita.
  • También será más probable que obtengamos feedback positivo y útil de su experiencia.
  • Ayudaremos a la construcción de un relato sobre lo que supone consumir nuestro producto.
  • Los empleados se sentirán más orgullosos de su labor.

La felicidad de los empleados

Como en el caso de los consumidores, la felicidad del empleado interesa a la empresa desde una perspectiva a corto y largo plazo. Se buscan experiencias agradables y enriquecedoras para ellos, al mismo tiempo que una vida más provechosa y equilibrada.

Sin embargo, el énfasis en este caso no se coloca sobre el momento concreto (que también), sino sobre todo en la proyección hacia el conjunto de la trayectoria vital del empleado.

Y para ello se ha creado también una figura: el puesto de gefe. Sí, “gefe” con “g”. Se trata del acrónimo de gestor de felicidad. Trabajo no les va a faltar. Las vicisitudes de la vida laboral influyen en la felicidad personal y ésta, a su vez, lo hace en el rendimiento y proyección laboral.

Para ello se ha de trabajar tanto en una experiencia laboral más agradable y enriquecedora como en contribuir a que la vida personal sea más feliz. En ese sentido, los planes de prestaciones tienen un papel muy destacado. La empresa es vista como un acompañante en la vida de sus empleados, que favorece el acceso a aquello que mejora su vida, mantiene alejados los peligros y favorece su potencial personal y profesional.

Empleados felices ¿en empresas felices?

La mayoría de las empresas quieren contribuir a la felicidad de sus empleados, porque eso ayuda a construir la organización y beneficia a su productividad. Sin embargo, normalmente, huyen de la imagen de empresa feliz.

Buscan contribuir en todo lo posible a su felicidad, pero saben lo frágil que puede resultar si se plantea el objetivo de que todos tienen que ser felices todo el tiempo, ya que está condicionada por factores internos y externos incontrolables.

La imagen de la empresa feliz en la que todo el mundo está (o, al menos, eso parece) siempre muy contento y satisfecho tiende a generar desconfianza. Transmite la sensación de que existen conflictos y sufrimientos (como en todas las organizaciones), pero que no afloran.

Una de las claves de la felicidad en las empresas está precisamente en la forma en la que se afrontan las dificultades profesionales y personales. Las empresas han de saber cómo contribuir a que su plantilla tenga las mejores herramientas para gestionarlas. Al aprenderlo, la organización se robustece.

La felicidad se ha convertido en una prioridad empresarial. Y no solamente por su faceta comercial o laboral, sino también en otros ámbitos como, por ejemplo, la contribución de la empresa a la felicidad del emprendedor o de la sociedad en general.