En toda empresa, todas las actividades desarrolladas han de quedar reflejadas en una serie de documentos, como, por ejemplo, pueden ser los cheques, las letras de cambio o los albaranes.
Por eso, es necesario contar con un lugar en el que podamos tener una visión general de todas estas actividades y de la marcha económica del negocio. Y, este lugar son los denominados libros registro.
Además, existen unas obligaciones impuestas por el Código de Comercio y por las leyes mercantiles que hacen aún más necesario la llevanza de estos libros.
Tipos de libros de registro
Los libros de registro se pueden clasificar en dos: obligatorios y auxiliares.
Los libros obligatorios son los que las diferentes leyes vigentes obligan a llevar a los comercios y empresas. Mientras, los libros auxiliares son voluntarios, es decir, cada comerciante o empresario decide si lo quiere llevar voluntariamente para tener un mayor control de su negocio.
Dentro de los libros auxiliares existen diferentes opciones como el libro diario, en el que se registran diariamente las operaciones relativas a la actividad económica de la empresa. Los libros de inventarios y cuentas anuales, que se usan y se abren con un balance detallado de la situación patrimonial, y que, al menos trimestralmente, permitirán hacer un balance de comprobación de sumas y saldos.
Los libros de facturas emitidas y facturas recibidas sirven a la empresa para llevar un control de las mismas. También son importantes los libros de mayor, en el que aparecen las cuentas que recogen los distintos movimientos del libro diario, de forma individual. O el libro auxiliar de caja, que sirve para anotar el movimiento de cobros y pagos realizados en efectivo.
