Finanzas

¿Cómo tener en cuenta la ratio de solvencia en tu negocio?

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Conoce qué es la ratio de solvencia, cómo se calcula y cómo hacer un correcto análisis puede beneficiar a tu actividad profesional.

  • La ratio de solvencia a corto plazo se identifica con la liquidez.
  • La ratio de solvencia propiamente dicha es un importante factor de garantía para los acreedores.

Las ratios de solvencia son un elemento importante en la toma de decisiones. Lo son dentro de la propia empresa, que puede establecer objetivos relacionados con ellas y medidas de corrección ante desviaciones. Y lo son también para terceros que quieren analizar hasta qué punto son viables los proyectos de la empresa.

Son, por tanto, indicadores de estabilidad y de capacidad de reacción. Pero hay que mantener un equilibrio, ya que pretender ser excesivamente solventes puede llevar a rechazar muchos riesgos razonables. Veamos cómo utilizar las ratios de solvencia.

Los ratios de solvencia: qué es y cómo se calcula

En realidad, existen múltiples formulaciones de la ratio de solvencia. Dos de las más importantes son los ratio de garantía y ratio de solvencia técnica o corriente. La ratio de garantía o, simplemente, ratio de solvencia se calcula:

RATIO DE SOLVENCIA= ACTIVO REAL/PASIVO EXIGIBLE

Con activo real, lo que estamos delimitando es la parte del activo que tiene algún valor de liquidación. Es decir, quitamos los activos ficticios y solo valoramos en el numerador aquella parte que nos puede servir para obtener unos fondos con los que satisfacer las deudas. Suele rondar un valor de 1,5.

Lógicamente, esta ratio será tanto mayor cuanto más pese el patrimonio neto en la financiación de la empresa. Por lo tanto, las empresas con un elevado apalancamiento financiero tendrán una ratio reducida.

Por su parte, la ratio de solvencia a corto plazo se calcula como:

RATIO DE SOLVENCIA A CORTO PLAZO= ACTIVO CIRCULANTE/PASIVO CIRCULANTE

Cómo examinar la solvencia a corto plazo

Como decimos, en líneas generales, la mayoría de las empresas tienen una ratio de solvencia a corto plazo que oscila entre 1,5 y 3. Una más baja se interpreta como un riesgo para la tesorería. Una más amplia, es vista como un exceso de liquidez que puede lastrar la rentabilidad.

Sin embargo, hay muchos aspectos que valorar para interpretar si la cifra de una empresa concreta se mueve en el rango correcto:

Calidad de los activos corrientes

No es lo mismo trabajar con existencias que puedan quedar perder su valor en cualquier momento que hacerlo con otras más estables. Tampoco es igual tener clientes en cartera con créditos garantizados que otros con una probabilidad elevada de sufrir un deterioro. Por tanto, debemos examinar los riesgos que involucra cada una.

Composición del activo corriente

Aunque todos los activos corrientes tengan una elevada liquidez, no todos tienen la misma. Por ejemplo, una proporción muy elevada de existencias puede recomendar elevar esta ratio.

“Examinar las ratios de solvencia exige atender a muchos aspectos que van más allá de su valor en un momento dado”

Rotación de las existencias

Cuando es lenta implica unos mayores riesgos ligados al corto plazo. Un cambio en el entorno puede encontrarnos con muchas existencias de difícil colocación dentro de los procesos. Disponer de un capital circulante más holgado puede evitar crisis de liquidez.

Períodos de cobro y pago

Si cobramos muy pronto, incluso al contado, y pagamos con plazos prolongados, entonces nuestro período medio de maduración será muy breve o hasta negativo.

Disponibilidad de financiación ventajosa

Es el caso, por ejemplo, de determinados programas públicos de avales o líneas de financiación. Permiten mantener un pasivo corriente mayor y, sin embargo, el respaldo de esos programas concede una estabilidad valorada por los acreedores.

Las características del activo no corriente

En ocasiones, podemos tener activos que, sin cumplir las condiciones para ser calificados como mantenidos para la venta, sean fáciles de enajenar.

La evolución temporal

Aunque una determinada ratio pueda parecer alarmante, el problema es mucho menor cuando hay perspectivas de rápida reversión. En ese caso, es más sencillo gestionar la posible crisis con nuestros acreedores. Y, al contrario, por muy elevada que sea la ratio, si hay malas previsiones de flujos de caja, podemos tener dificultades para financiar el circulante.

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Un buen examen de ratios de solvencia pone en conexión muchos datos.

El examen de la solvencia a largo plazo

Aunque el valor ideal se diga que suele rondar el 1,5, lo cierto es que hay que examinar cuidadosamente esta ratio. Entre los aspectos que deberemos tener en cuenta destacan los siguientes.

Evolución temporal

Algunos eventos pueden hacer que aumente o disminuya. El ejemplo más claro es el reparto de dividendos. Hasta llegar a él, la proporción que representa el patrimonio neto en la financiación de la empresa estará elevada. Tras él, será más reducido y, si vamos generando beneficios, volverá a crecer.

Respaldo potencial de los propietarios

Una misma ratio de solvencia puede interpretarse de forma distinta en función de la predisposición de los socios a nuevas aportaciones. Entre esos socios hay que incluir los actuales y los potenciales. Con una ampliación de capital, podemos ajustar el patrimonio neto hasta los niveles más convenientes.

La percepción del riesgo

La aversión a los riesgos de los proveedores de financiación ajena puede llevar a necesitar elevar la ratio de solvencia. Muchos de ellos buscan en ello un colchón que evite que un juicio equivocado pueda derivar en un impago.

Elementos intangibles

En la valoración de una empresa, hay muchos elementos intangibles que no cumplen la definición de activo o los criterios de reconocimiento. Su existencia propicia que los flujos de caja esperados sean más elevados y, por lo tanto, proporcionan mayor solvencia.

Las regulaciones

En algunos sectores, hay normas sobre el coeficiente de solvencia para desarrollar la actividad. La banca es un ejemplo de ello. Por lo tanto, hay que manejarse con una restricción legal que marca unos mínimos.

El planteamiento de escenarios alternativos

Debemos plantearnos la necesidad que podemos tener de fondos propios para afrontar posibles escenarios negativos. De esta forma es más sencillo involucrar a terceros (proveedores de existencias o de financiación, clientes, etcétera) en nuestros proyectos.

El lanzamiento de señales externas

Una empresa con un apalancamiento excesivamente pequeño genera desconfianza. Por un lado, puede dar la imagen de que quiere eludir el escrutinio de potenciales proveedores de financiación ajena. Por otro, puede lanzar la sensación de que no genera proyectos que inviten a endeudarse.

Los factores fiscales

Hay muchos ejemplos de operaciones que tienen un tratamiento fiscal particular y que inciden en el apalancamiento de la empresa.

La estructura del activo

Cuando tenemos inversiones que concentran un porcentaje importante del activo, los riesgos asociados a ellas pueden condicionarnos. Si tenemos una mayor diversificación puede que podamos permitirnos una estructura de la financiación más apalancada.

En resumen, detenernos a examinar las ratios de solvencia detenidamente puede ayudar a marcar la idoneidad de muchas decisiones financieras en tu negocio.