Estrategia y Gestión

Qué debes tener en cuenta para escoger la forma jurídica de tu empresa

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Te ayudamos a tomar la decisión sobre cuál es la mejor forma jurídica de una empresa para que puedas aplicarlo a tu negocio.

  • Elegir una forma jurídica para tu negocio condiciona la forma en la que se relaciona con terceras personas.
  • Las decisiones sobre la forma jurídica de una empresa tienen implicaciones fiscales.

Elegir la forma jurídica de una empresa es una de las primeras decisiones de cualquier emprendedor. Además, es una de las más importantes, ya que condicionará el futuro del negocio.

Hay muchos tipos de formas especiales. Por ejemplo, existen diversas clases de sociedades cooperativas, laborales, profesionales, agrarias… adaptadas a circunstancias concretas. Otras alternativas tienen una vocación más generalista y puede que tengas dudas al decantarte por una u otra. Veamos los aspectos clave de la decisión.

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La limitación de la responsabilidad

Elegir una sociedad anónima o limitada te ayudará a acotar las deudas que te puedan reclamar. Los acreedores solo podrán exigirte hasta el límite de tus aportaciones sociales.

Si eliges una sociedad colectiva o comanditaria, debes recordar que los socios industriales responden de las deudas sociales con sus bienes presentes y futuros. Eso supone que los acreedores pueden reclamarte no solo el dinero que has puesto en la empresa, sino tu patrimonio particular, incluso tu vivienda.

La limitación de la responsabilidad es una de las principales ventajas de elegir la sociedad anónima o la limitada como forma jurídica de una empresa

Forma jurídica de una empresa según su tamaño

Puedes encontrar empresas de todos los tamaños con una misma forma jurídica. Sin embargo, lo habitual es que las empresas grandes o con vocación de crecimiento rápido sean sociedades anónimas.

La razón es que la sociedad anónima facilita la entrada y salida de nuevos socios. En empresas emergentes, por ejemplo, favorece que quien discrepa de las decisiones de la empresa para crecer abandone el negocio. También abre las puertas a nuevos inversores que participen en ampliaciones de capital. En otras formas jurídicas de una empresa, también es posible. Pero hay más limitaciones a los cambios en la propiedad del capital.

Por contra, en una empresa que no aspira a grandes crecimientos inmediatos, suele resultar ventajoso introducir trabas a la transmisión de participaciones. Se busca así que la estabilidad de los socios facilite unas relaciones de mayor seguridad y confianza entre ellos. Esa es una de las razones de la popularidad de la sociedad limitada. Además, si después resulta que llega un crecimiento significativo, siempre se puede transformar la sociedad en una anónima.

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Echar cuentas sobre la factura fiscal de la decisión es un paso imprescindible antes de decantarse por una forma jurídica de una empresa.

Las obligaciones formales

Las sociedades mercantiles y otros sujetos del impuesto sobre sociedades están obligadas por la norma fiscal a llevar una contabilidad. Deben seguir para ello, las reglas del Código de Comercio y el Plan General de Contabilidad o su versión para pymes, entre otras normas.

Esta obligación es útil en la gestión del día a día de la mayoría de los negocios. Por un lado, redunda en una mejora de los sistemas de información y decisión. Por otro, abres una ventana a través de la cual terceras personas se informan sobre cómo está la empresa. A partir de ahí es más fácil entablar relaciones de todo tipo.

La contabilidad es una obligación de algunas formas jurídicas de las empresas, pero también una fuente de información útil en el día a día del negocio.

Si, por el contrario, quisieras ahorrarte esa obligación de llevar una contabilidad, lo lógico sería optar por tributar en el IRPF. En este impuesto hay profesionales y empresarios individuales que no están obligados a llevar una contabilidad:

  • Contribuyentes que tributan por módulos.
  • Actividades empresariales que no tienen carácter mercantil.
  • Quienes tributan por estimación directa simplificada.

La tributación de las rentas

Si optas por no crear una persona jurídica que dé forma a tu empresa (una sociedad mercantil, por ejemplo), tributarás en el IRPF. Eso es desventajoso en el caso de obtener muchos rendimientos cada año. Ya que se te pueden aplicar tipos de gravamen muy altos.

Por eso, la mayoría de los emprendedores con ciertos ingresos eligen algún tipo de sociedad como forma jurídica de una empresa. Tributas a tipos más bajos en el impuesto sobre sociedades (el tipo general de gravamen es del 25 %). Después, en el IRPF deberás declarar algunos ingresos, como los dividendos o los derivados de la condición de administrador social. Con un buen asesoramiento, lo normal es que acabes pagando mucho menos.

Sin embargo, la realidad es que hay muchos emprendedores con bajos ingresos. Tienen un pequeño establecimiento o profesión con rendimientos exiguos. Si es tu caso, es posible que no te salga a cuenta crear una persona jurídica. En el IRPF, te beneficiarás del mínimo vital y los tramos más bajos de la escala. Eso reducirá tu factura fiscal.

En todo caso, tienes que tener en cuenta otras fuentes de ingreso. Por ejemplo, si tu actividad emprendedora te da pocos ingresos, pero tienes un trabajo por cuenta ajena bien retribuido, habrá que sumar las rentas. Entonces, puede que no te convenga tributar directamente en el IRPF por la renta de tu negocio, por muy pequeña que sea.

Operaciones dependientes de la forma jurídica de una empresa

Las sociedades de capital ofrecen muchas ventajas. Pero también están sujetas a muchas formalidades. Entre ellas, pueden figurar:

  • La convocatoria y celebración de juntas de socios.
  • La formulación, aprobación y depósito de las cuentas.
  • El registro de denominaciones.
  • La aprobación, registro y publicidad de la creación de una web corporativa.
  • Los trámites de constitución (notaría, registros, expertos independientes, entre otros).
  • Los trámites ligados a decisiones relevantes en la vida de la sociedad (ampliaciones y reducciones de capital, fusiones y escisiones, emisión de obligaciones, cambios de estatutos, liquidación, entre otros).
  • Las formalidades ligadas a las reuniones del consejo de administración, si lo hay.
  • La auditoría de cuentas, en los momentos que proceda.

Estas y otras operaciones generan cierta complejidad a la vida de las sociedades anónimas y limitadas. Sin embargo, también aportan organización a las relaciones, tanto internas como con terceras personas.

Elegir la forma jurídica de una empresa puede ser sencillo. En algunos casos, hay argumentos de mucho peso para decantarte por una opción sin dudarlo. Sin embargo, en otros, hay que meditarlo y ponderar muchos factores para tomar una decisión.